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Futuro seco



A pesar de quienes niegan las evidencias científicas -entre ellos nuevos dirigentes que reniegan de la política pero hoy están en campaña para cargos legislativos, y sus referentes internacionales, con Donald Trump y Jair Bolsonaro a la cabeza-, el cambio climático es uno de los problemas mayúsculos que enfrenta la humanidad.

Una de las causas tiene que ver con el pésimo manejo de los recursos naturales. Para dar una idea, el Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales (Inpe) reveló recientemente que la Amazonia, entre agosto de 2020 y julio de 2021, registró una pérdida de 8.712 kilómetros cuadrados; la segunda mayor cantidad de deforestación anual jamás medida por el sistema de alerta Deter-B (herramienta basada en datos satelitales capaz de detectar tala rasa, deforestación con vegetación y áreas de minería ilegal, además de procesos de degradación).

Ahora, la deforestación no se da en forma exclusiva en el vecino país sino que es un flagelo regional gravísimo, con ramificaciones en varias provincias del centro y norte de la Argentina, incluida Formosa.

Según ONGs ambientalistas, la situación en Brasil empeoró tras el proceso de desmantelamiento de las leyes de protección ambiental y las políticas del gobierno y del Congreso de recompensar a quienes practican la deforestación ilegal.

Concretamente, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó en agosto el proyecto PL2633, una legislación que, de acuerdo con la lectura que hacen los especialistas, “quiere legitimar el acaparamiento de tierras públicas” y eso “está directamente relacionado con la deforestación de un tercio de toda la superficie que pierde la Amazonia brasileña”.

En nuestro país, más que un desmantelamiento legal en la materia lo que existe es un alto incumplimiento de las normas, y esto, al final de cuentas, contribuye igualmente, aunque en menor proporción, a empeorar la actual crisis climática y de biodiversidad que atraviesa el planeta.

Además, y por si lo antedicho fuera poco, los intentos de impulsar leyes que permitan una mayor deforestación vienen a socavar el derecho de los numerosos originarios sobre sus territorios.

No sólo ONGs específicas advierten sobre lo que está pasando con el clima; una investigación internacional dirigida por la Universidad de Leeds, Inglaterra, asegura que las selvas amazónicas podrían correr un riesgo de sequía extrema mucho mayor de lo que se pensaba. El estudio advierte que enormes zonas de la parte oriental de la Amazonia se enfrentan a una grave desecación a finales de siglo si no se toman medidas para frenar las emisiones de carbono. Como consecuencia, se liberarían grandes cantidades de dióxido de carbono de la selva a la atmósfera, lo que aumentaría el impacto de los gases de efecto invernadero e impulsaría un mayor cambio climático.

Este “futuro seco” amenaza también la viabilidad de los bosques tropicales de nuestro país. Si no se siembra debida conciencia y se adoptan medidas urgentes, las consecuencias, como ya se viene observando, serán desastrosas para el ciclo del agua, la biodiversidad y las poblaciones afectadas.



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