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Viernes 19 de Abril de 2024

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Materia excepcional



Dijo en estos días un especialista en asuntos ambientales, a propósito de la bajante extraordinaria del río Paraná y sus afluentes en la región: “El agua que falta en un lugar, sobra en otra parte”. Hablaba de sequías, inundaciones, y su causa principal: el cambio climático.

La manera en que la naturaleza se manifiesta frente a las modificaciones de la atmósfera -lo que se conoce como cambio climático- es una realidad que ya nadie puede ignorar, y menos las autoridades. Provoca o arrastra consecuencias sociales, económicas y ambientales que se hacen ver y sentir de diferentes maneras. En el presente, lo estamos viendo en la extraordinaria pérdida de caudal hídrico en el NEA.

Desastre natural es el concepto que mejor define las consecuencias más graves del cambio climático. Es aquella circunstancia donde no se tiene una solución inmediata para afrontar el problema.

Normalmente, los desastres naturales son la suma de varios tipos de amenazas, y el grado de vulnerabilidad de la comunidad a la que afectan responde a la implementación inadecuada de políticas públicas o a la falta de ordenamiento territorial para enfrentar mejor los riesgos de desastres.

No es casual la falta de lluvias de invierno en la región. Los cambios que hoy tenemos sobre el comportamiento del clima se dan fundamentalmente en el régimen de las precipitaciones. Esas alteraciones pueden disminuir drásticamente las frecuencias en algunas regiones, haciendo que en otras las lluvias aumenten su intensidad de modo imprevisible.

Como sabemos, el uso del suelo, la deforestación, la urbanización fuera de norma, los asentamientos espontáneos en zonas vulnerables y los incendios forestales acentúan los peligros de desastre ambiental.

Frente a esto, es importante tener un buen diseño de planificación de gestión preventiva para reducir los riesgos y las amenazas. Existen normas que, de respetarse de manera estricta y sin concesiones, evitarían las catástrofes naturales.

Cuando se legisla en términos ambientales, la norma incluye, antes que nada, la prevención; pero si la norma no se respeta como corresponde, aumenta la amenaza y con ello la probabilidad de que el riesgo se produzca.

De ahí la importancia de valorar a la Gestión Ambiental como materia excepcional. Ella agrupa interdisciplinariamente a varias de las actividades que el ser humano puede provocar sobre el medio. Se enfoca en el agua, el aire, el suelo, la flora y fauna, la manera en la que se ordena el territorio, la forma en la que las personas deben relacionarse con su medio y con sus pares, la sociología, los vectores urbanos, etc.

Si las y los gestores ambientales están preparados para resolver cuestiones relacionadas con la naturaleza y la calidad de vida de las personas; si son capaces de comprender la complejidad de los fenómenos ambientales, la multiplicidad de variables que interactúan y de proponer para sus manejos medidas científicamente fundamentadas; no se entiende por qué su flaca presencia en algunos gobiernos, o por qué aquellos/as que están en el sector público no proponen debates más asiduos y esclarecedores.



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