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Pobreza de aprendizaje



Aunque de manera limitada por el momento, decenas de miles de alumnos/as están volviendo a recibir clases presenciales en nuestra provincia después de una larga virtualidad.

El regreso paulatino de niños, niñas y adolescentes a las aulas físicas es por lejos la mejor noticia en lo que va del año, aunque aun haya madres y padres dubitativos y resquemores sindicales en torno a la situación de algunas escuelas. Si algo no podía demorar más tiempo en Formosa, era la decisión de reabrir los establecimientos de enseñanza y retomar el vapuleado ciclo lectivo 2021.

La educación sufrió un golpe tremendo en todo el mundo por la pandemia de coronavirus. Pero yendo a la región, el Banco Mundial alertó que el COVID-19 causó “la peor crisis educativa jamás vista en América Latina”.

Entre los daños, se hizo hincapié en la “pobreza de aprendizaje” -que define al porcentaje de menores de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple-, que habría aumentado más del 20 por ciento en esta parte del planeta.

A febrero de 2021, es decir, sin contar la interrupción de clases de este año, el organismo informó que “debido al cierre masivo de escuelas, alrededor de 120 millones de niños y niñas en edad escolar habían perdido o corrían el riesgo de perder un año completo presencial del calendario escolar, con graves impactos educativos”.

“Esta es la peor crisis educativa jamás vista en la región, y nos preocupa que podría tener consecuencias graves y duraderas para toda una generación, en especial entre los sectores más vulnerables”, expuso el Banco Mundial.

Y, como muestra del impacto en la economía, advirtió que “a futuro, la enorme pérdida de educación, capital humano y productividad se podría traducir en una caída de ingresos agregados a nivel regional de 1,7 billones de dólares”.

De ahí que el organismo multilateral señalara, a inicios de año ya, la necesidad de actuar de manera urgente para revertir el panorama mediante la preparación y financiación a los países para que puedan reabrir sus escuelas de manera segura y efectiva cuanto antes, combinando la presencialidad con la educación a distancia.

Uno de los problemas oportunamente detectados fue que menos del 43 por ciento de las escuelas primarias latinoamericanas y menos del 62 por ciento de las secundarias tenían acceso a Internet con fines pedagógicos. Sin contar el drama de las deserciones.

Frente a esto, la propia ONU alertó que la austeridad fiscal sería una opción equivocada después de la grave recesión causada por la pandemia. Según la Agencia para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), el riesgo principal es que los responsables políticos vuelvan a caer en la tentación de la austeridad, creyendo que eso solucionará los problemas.

Como decía el informe del Banco Mundial sobre los costos y las respuestas ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe, los gobiernos “deben actuar ya para proteger su capital humano” infantil y adolescente.

Volver a la presencialidad es el primer paso de un largo camino que también pasa por la estación de la economía.



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