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Cruzada vital



Que se hayan aplicado ya más de 200 mil vacunas contra el Covid-19 en toda la provincia es un indicador elocuente de dos hechos positivos: por un lado, un aumento en la cantidad de dosis que recibe Formosa; por otro, la voluntad de vacunarse de mucha gente; dato este último que debe ser valorado a la luz del desinterés, la resistencia o el rechazo liso y llano que expresan otras poblaciones, incluidas algunas de países como Estados Unidos, donde un alto porcentaje manifiesta no estar dispuesto a dejarse inocular contra el coronavirus.

La verdad sea dicha, las cosas no comenzaron para nada bien en la Argentina, dado que los promisorios anuncios de fines del año pasado del gobierno nacional causaron dudas que se convirtieron en encendida polémica por el atraso en los envíos de Sputnik V y Astrazeneca.

La frustración que produjo la demora de los primeros meses de este año dejó una experiencia para no olvidar: cuando una sociedad atraviesa eventos extraordinarios, es más necesario que nunca que las máximas autoridades políticas sean cautas y precisas en la comunicación pública, para no generar falsas expectativas o emociones no deseadas.

El anuncio nacional de la compra de unos 25 millones de dosis de la vacuna rusa, en octubre de 2020, fue expresado de tal modo que sólo podía generar un revuelo innecesario. Una pregunta bastó en aquel momento para poner en crisis la comunicación oficial: ¿por qué semejante cantidad de una vacuna cuya efectividad aun no había sido probada?

La reacción pública en los medios y en las redes fue ampliamente negativa: una gran mayoría sostuvo que no se dejaría vacunar, más aun después que un sector de la oposición denunciara que el Gobierno trataba de “envenenar” a los argentinos/as. En otros términos, entre la ciencia y la sociedad, la política colaboró para sembrar desconfianza donde hacía falta exactamente lo contrario. Como siempre, las aclaraciones de una y otra parte llegaron tarde.

Las confusas declaraciones oficiales y una fuerte campaña contra la vacuna rusa sólo sirvieron para trasladar irresponsablemente la antinomia política al campo de la salud pública.

En las actuales circunstancias, una comunicación eficiente debe apuntar a contener a la sociedad informándola y dándole seguridad sobre los procedimientos científicos; es imprescindible hacerlo, a través de esquemas comunicacionales que contemplen a distintos públicos. Pero, al mismo tiempo, debe existir colaboración de todo el espectro opositor. No es de buen adversario tratar de poner palos en la rueda en medio de una cruzada vital como es el combate contra una pandemia.

La concienciación es el primer paso para que una campaña de vacunación sea exitosa. El número de dosis aplicadas en Formosa es una clara señal no sólo de que están llegando más vacunas, sino también de una conciencia social más sólida, impulsada en parte por el gobierno y en parte por el cambio de actitud de sectores que, al principio, hicieron todo cuesta arriba.

Hay enormes desafíos pendientes para dejar atrás la pandemia y sus demonios. El primero, alcanzar el mayor índice posible de inmunización.



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