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“TIEMPO DE REENCUENTRO”, DE DARÍO KRIMER

Rasguido de distancia



Por Héctor Washington


"Y ojalá que un viento norte / de esos vientos musiqueros / que en la noche de mi pueblo / desparrama serenata y sapukay / lleve lejos, no sé a dónde / y te deje en tu ventana / esta flor de mi ternura / que nació por recordar”. Los versos de “Niña del ñangapirí”, aquella pieza evocatoria que Ricardo “Tito” Gómez musicalizara en los años 70 junto a Julián Zini en el altillo frente a la iglesia de Las Mercedes, inmortalizaría el recuerdo de tiempos ya remotos. “Tito” Gómez confesaría con los años: “Jamás imaginé que esa canción hecha como al descuido iba a ser el clásico que me identifica en la actualidad, más que ninguna de mis otras canciones”.

El halo de nostalgia de este chamamé todo lo toma por asalto en “Tiempo de reencuentro”, el disco debut del artista formoseño Darío Krimer, un trabajo donde el recuerdo, la espera, la siesta formoseña, el campo y sus vivencias orbitan y perviven en canciones ya clásicas de nuestra música popular, sumadas a otras inéditas, profundamente ligadas al terruño.

Afincado en Buenos Aires desde hace algunos años, Krimer añora ese reencuentro con su tierra, sus escenarios, sus afectos… y lo concreta por medio de una zamba, un chama­mé o un rasguido doble, en un puñado de canciones de carácter intimista que recorren diversos ritmos y estilos: “Trabajamos mucho en el concepto, en la orientación, la orquestación. Tenemos letras que hablan del paisaje, del amor, de las costumbres… En ese sentido, buscamos hacer la diferencia”, asegura.

El aislamiento de los últimos meses a propósito de la situación sanitaria lo conectó de lleno con su música, resultado de una introspección a tiempo completo: “Siempre digo que las canciones son ideales para escuchar con unos buenos mates, tranquilos, o con la familia. Se disfruta mucho la guitarra y los acordes. Estoy muy orgulloso del trabajo y los arreglos”, confiesa e invita: “Hay que animarse a cumplir sueños o asignaturas pendientes. Creo que este es el momento como para volver a sacar una guitarra, desempolvar alguna máquina fotográfica, reunirse con los pinceles o terminar aquella historia o cuento que quedó inconcluso. En mi caso, hoy el estetoscopio está descansado un rato mientras le da paso a la voz”.

Grandes exponentes de nuestra música, como Antonio Tarragó Ros, “Tito Gómez” y Julián Zini, son reinterpretados con la sensibilidad característica y parsimonia de sus composiciones, en un disco que también cuenta con canciones inéditas. “Un verso para recordarme”, “Agosto y distancia”, “Niña del ñangapirí”, “Esperándote” y “Cuando llegue el silencio” ya se encuentran en las diferentes plataformas digitales.

En diálogo con Cronopio, Darío Krimer habla sobre este trabajo discográfico y la interpretación de los grandes autores, evocando a Formosa desde sus afectos y lazos más significativos, además de expresar también “mi solidaridad a todos aquellos que la están pasando mal como producto de esta pandemia y un fuerte abrazo para todos aquellos que hayan perdido algún familiar, amigo o compañero de trabajo”.

En tanto agradece también a su familia y a los grandes artistas que le han marcado influencia, como así también a su equipo de trabajo: “Cachito” Gómez, Antonio Tarragó Ros; Gloria Polo, Pablo Irala, Rocío Capra, Pablo Gómez, Gabriela Zorrilla, Camilo Parodi, Laura De Nestosa y Rubén Lombardo, entre otros.

“Sólo quiero en la distancia, simples cosas del destino. Caminar una vez más por las veredas anchas de la plaza de mi viejo pueblo. Abrazarte como si la noche fuera a morir en nuestras almas. De paso estamos en este sueño hermoso que es la vida. Y tal vez, tal vez suceda algún día”. “Agosto y distancia” resume así un profundo paseo por la memoria de quien ansía ese reencuentro, donde el sepia de las tardes se corporiza y toma forma en un rasguido de distancia, que se hace más corta desde el primer acorde.

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Si algo nos deja el aislamiento en pande­mia, es la posibilidad de conectar con no­so­tros mismos, desde lo emocional y también desde lo creativo. ¿Podría decirse que fue el motor para activar el switch de tu primer disco?
- “Sí, totalmente. Llegó un momento en el cual el tema de la pandemia se fue extendiendo y esto fue el empujón que faltaba para co­menzar a gestar esta idea que llevaba hace un par de años y que por distintos motivos personales, nunca me animaba a concretar; la postergaba. Por lo tanto, en mi caso, la cuarentena me dio esta oportunidad de conectarme nuevamente con la música, como así también con la cuestión creativa, tanto en la selección de temas como también en las ideas de la gráfica del CD. Todo lo realizamos en casa. De golpe, me encontré siendo productor y diseñador de este proyecto al mismo tiempo”.

“Tiempo de reencuentro” es un compendio de canciones que te arrojan un puñado de pueblo y nostalgia a la cara. ¿Fueron pensadas y seleccionadas bajo un determinado concepto?
- “Es una invitación justamente a volver o a reencontrarse con todas aquellas cosas que fueron parte de uno. En este trabajo intento de alguna forma saciar la necesidad de conectarme con nuestras raíces, costumbres, pai­sajes, amigos y con el sentir formoseño. Desde el punto de vista musical u orquestal, hay temas cuyos arreglos musicales fueron adaptados para conservar el trío clásico de guitarras, pero también le fuimos sumando otros instrumentos significativos de nuestra región, como es el caso del acordeón y también el arpa, y que a su vez es producido, masterizado y saldrá con el sello de Mozart Producciones. Este material es cien por ciento formoseño”.

Hay algunas canciones de autores para­digmáticos de nuestra tierra, como Tarragó Ros o “Tito” Gómez… ¿Qué tanto te moviliza interpretar a estos grandes baluartes de la música popular?
- “Yo crecí escuchando a Tarragó Ros, Te­resa Parodi, Mercedes Sosa, entre otros gran­des del cancionero popular. Por lo tanto, siempre fueron mi referencia y mis compañeros de camino. Cada vez que interpreto algunos te­mas que ellos interpretaron previamente, ine­vitablemente me llevan a distintas etapas o mo­mentos. Es lo que tiene la música, que hay veces en que se vuelve inexplicable definirlo. Piazzolla, otro de mis referentes, decía que ‘la música es el arte más directo, ya que entra por el oído y va al corazón’”.

Hay un recorrido por diversos ritmos, zam­bas, chamamés, guaranias, algún rasguido doble… con arreglos en guitarra que les dan un ropaje aun más atractivo. ¿Cómo fue este proceso de interpretación de las canciones, sobre todo en algunas con una marca personal ya muy precisa?
- “Fue un proceso que requirió de mucha práctica. En lo personal, yo había pasado sin cantar casi 20 años. Y si bien es verdad que el cuerpo tiene memoria, costó al principio retomar viejas técnicas vocales, de respiración y de interpretación, como así también abandonar ciertos hábitos nocivos para higiene de la voz. Más aun cuando mi primordial objetivo es poder realizar una verdadera interpretación de los temas y no transformarme en un simple repetidor de frases. Qué sé yo… es el tipo de artista que a mí me gusta. Después cada te­ma, más allá del ritmo, tiene sus exigencias o complejidades. Y se trabaja puntualmente en cada detalle para que de esta manera salga lo mejor posible. No busco la perfección, porque creo que no existe. Pero sí busco que sea algo lindo, agradable al oído, que tenga cierta emocionalidad, que el mensaje sea claro y obviamente que llegue a la persona”.


Tu ligazón con el terruño es muy fuerte. Si bien naciste en Monte Caseros, Corrien­tes, pasaste gran parte de tu vida en For­mosa. ¿Cómo eran esos días?
- “Es verdad, nací en Monte Caseros, Corrientes, un 12 de agosto del 1977, localidad de donde es oriunda mi familia paterna. A los 6 meses de edad nos instalamos definitivamente en Formosa, y la considero como mi lugar en el mundo. La Primaria la hice en la Escuela N° 58 y la Secundaria en el Instituto San Martín. Los días de niñez y adolescencia los tengo muy marcados: tardes de fútbol en calles de tierra, las religiosas siestas, las travesuras, los amigos de la adolescencia con los cuales seguimos unidos y que han sido cómplices de largas andanzas de trasnochadas, asado, pasacalle y serenatas. La primera guitarra regalada por un vecino, el primer desamor…”.

La perla del disco es un tema inédito a For­mosa que retrata ese encuentro con la Cruz, el estadio, la terminal… pero también con uno mismo a partir de los afectos. ¿Có­mo fue el proceso de gestación de esta obra tan intimista?
- “El tema al que hacés referencia se llama ‘Estoy en mi Pueblo’. Y es una genialidad de Beto Salas. Él es el autor del tema, yo sólo le pedí permiso para poder interpretarlo e incluirlo en el disco. Es un tema que me llena de nostalgia y grabarlo no fue fácil para mí, ya que por más que uno utilice técnicas de disociación, el tema me llega en lo más profundo y es inevitable emocionarse, ya que refleja todo lo que de alguna manera viví y no fue algo sacado de un libro de cuentos. Por otro lado, creo que también la distancia, los años y esta situación actual que estamos viviendo colaboran como un condimento extra. Es la nostalgia de las cosas sencillas que añoramos entando lejos”.

¿Solés venir al pago regularmente? ¿Qué extrañás más cuando pensás en Formosa?
- “Si bien hace dos años que no voy para allá, nunca he perdido el contacto con For­mo­sa y con su gente. Hace más de 15 años que trabajo en la Casa de Formosa en Buenos Aires, en el servicio social y de salud. Y esto me permitió el contacto directo tanto con formoseños y formoseñas que vienen para distintos tratamientos, como así también con los que están radicados acá. Gracias a Internet, leo los distintos diarios de la provincia, como así también escucho algunas emisoras y sigo algunos programas de TV. Cuando pienso en Formosa, extraño todo. Los asados, con la mesa larga llena de amigos, el paisaje, el río, la siesta bajo la sombra del mango, en fin… muchas cosas. Sin embargo, extraño no poder ver más a mi viejo. Si bien en cada visita que uno hace al pago, siempre y en forma incondicional están los amigos, quienes con las características de todo formoseño, se desviven y están pendientes de uno y tratan de llenar el vacío que experimento. De todos modos, toda­vía para mí sigue siendo muy fuerte llegar, bus­carlo y no encontrarlo”.

¿Dónde te encontramos para poder escu­charte?
- “Después de varios esfuerzos, en el mes de abril pudimos subir las primeras cinco canciones como un adelanto de lo que será el primer trabajo y que pronto estará en las redes. Me pueden escuchar en las principales plataformas, como Spotify, SoundCloud, Deezer, iTunes, Tik Tok... También me pueden seguir en la redes: en Facebook como Darío Krimer; en Instagram, como @dariokrimer; o bien por mail a dariokrimerok@gmail.com. Personalmente los leo y los contesto”.



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