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Vigila tu voz interior

Una columna de Tona Galvaliz



“Lo que nos decimos, pensamos, hablamos y escuchamos, juega un rol fundamental en nuestras vidas y se plasma en nuestro mundo”.

El lenguaje no es inocente, crea realidad. Hace que las cosas sucedan.

El verbo o sea “la Palabra” tiene poder, imprime carácter sobre lo que suponemos, o creemos, haciendo que las cosas sucedan de determinada manera y no de otra.

Por ejemplo, con la palabra podemos matar o dar vida, destruir o construir. Animar o desanimar y la lista es interminable.

Te hago esta pregunta ¿como son tus diálogos internos? ¿Son de aprobación o de descalificación? ¿Cómo describís tu historia, eso que viviste desde que naciste? ¿Cuál es la autovaloración que haces de tu persona, de tus circunstancias?

Un cuento para reflexionar

Un grupo de ranas caminaban juntas por el bosque. De pronto y sin querer, dos de ellas cayeron en un pozo profundo. El resto de las ranas sorprendidas se asomaron rodeando la boca del pozo para observar a sus dos ranas desafortunadas.

Todas se percataron de la profundidad importante del agujero del pozo y rápidamente las dos accidentadas comenzaron a saltar con todas sus fuerzas sin parar, pero no podían alcanzar la orilla.

Las ranas observadoras comenzaron a cuchichear entre si y daban por muertas a sus dos compañeras, ya que no veían posible que pudieran salir de allí, más allá de los intentos.

De modo que comenzaron desde la orilla, a gritarles que no podrán salir y que se rindan, que ya no hay nada que ellas pudieran hacer: - ¡No lo intenten! ¡No lo van a lograr! ¡Es una locura!, ¡Es imposible!

Pero las dos ranas ignorando los gritos de sus compañeras, continuaban saltando sin parar, contrariamente a que las otras no dejaban de decirles que iban a morir de todos modos, a pesar de sus muchos esfuerzos: - ¡Basta, no lo conseguirán! ¡Es imposible! ¡Ya no hay nada que hacer!

Las ranas espectadoras gritaban insinuantes con más intensidad y muy mortificadas - a las dos desventuradas- que al final una de las dos ranitas que saltaba sin parar “se dio por vencida” y decidió “entregarse” a su desgracia, se dejó caer al suelo y sin más finalmente murió.

Sin embargo, en el mismo instante, más allá del mal momento, de su gran agotamiento la otra rana continúo saltando y saltando cada vez con más ánimo, con más fuerza, coraje y determinación.

Sus “amigas” simultáneamente gritaban mucho más alto para que ésta dejara de saltar: - ¡Deja de saltar! ¡Date por vencido! ¡Es imposible! ¡Ya no hay nada que hacer! Le gritaban una y otra vez.

Y, la ranita saltaba más y más. Hasta que de pronto logro salir del fondo y oscuro agujero. Ella pensó que, por los gestos que realizaban sus compañeras, la estaban animando todo el tiempo.

Y una vez ya junto a ellas, les agradeció de todo corazón el haber recibido tanto estímulo, apoyo y aliento.

El hecho es que esta rana era sorda, y le era imposible escuchar las palabras desalentadoras, desmoralizantes que en vedad ella había recibido de las demás. Preguntas para repensarnos ¿Qué actitud tuvieron dentro del pozo ambas ranas? ¿Cual crees que fue la clave de que una rana se salve y la otra no? ¿Qué similitud encuentras en la historia narrada con algunos aspectos de tu vida? ¿Cómo es tu escucha? ¿Crees en palabras que te estimulan o que te tiran para abajo? ¿De que te das cuenta?

Somos conscientes de menos del 5% de las conversaciones que tenemos con nosotros mismos, el 95 % restante de las conversaciones que surgen en la mente son en un plano inconsciente.

“Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú lo llamaras destino”.

Es lo que afirma Carl Gustav Jung, médico psiquiatra, psicólogo, ensayista, creador de la psicología analítica, o llamada también psicología profunda.

Cuando vivimos la vida con un traje que sentimos no tiene nuestra medida, experimentando incomodidad, insatisfacción y malestar; hay claramente un espacio para revisarnos, para advertir como son las conversaciones internas que estamos manteniendo con nosotros mismos, y poder darnos cuenta de que las mismas podrían estar condicionando nuestras oportunidades.

“Porque estamos Condicionados, pero no determinados, podemos cambiar y sentirnos mejor”.

Somos los creadores de nuestra realidad y lo que creemos de creencia o pensamiento, es lo que creamos de circunstancia. De manera que, si creemos que podremos, así será y si creemos que no podemos, así sucederá.

El desafío es aprender a gestionar acertadamente nuestros pensamientos, esas afirmaciones, declaraciones, juicios que nos limitan con su particular mundo de creencias que nos alejan de lo que soñamos.

Porque moviendo la óptica, las perspectivas, el foco, cuestionándonos esas palabras censuradoras, dichas o pensadas que damos por verdad absoluta y se convierten en una creencia inamovible; es allí cuando comienza una revolución interior, y damos comienzo a un remplazo de realidad sin posibilidades por otra llena de opociones.

“Los hombres verdaderamente despiertos, han llegado a darse cuenta que nunca es necesario cambiar lo que ven, sino tan solo la forma en que lo ven” Anthony De Mello.

Te mando un beso inmenso, TG.
Instagram: @Tona Galvaliz
Linkedin/ fb/ YouTube: María Antonia Galvaliz.



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