La paz social, uno de los bienes más preciados, se vio sacudida ayer por los graves enfrentamientos y represiones que tuvieron lugar durante la marcha en contra de la decisión de las autoridades locales de retrotraer la ciudad capital a la Fase 1 de la cuarentena.

Ayer, Formosa capital vivió durante más de cuatro horas una furia inédita por estos lares. El descontento y el malhumor social venían creciendo no sólo en las últimas semanas, sino desde el año pasado, y este Diario lo advirtió en reiteradas oportunidades; ayer, incluso, desde esta columna llamamos a las autoridades a ser “razonables” en la adopción de nuevas medidas sanitarias. El estallido finalmente ocurrió.

La Policía preparó un gran operativo de seguridad que impidió acercarse a Casa de Gobierno. Entre los manifestantes hubo en su mayoría trabajadores del sector privado afectados por la cuarentena, pero también dirigentes políticos de la oposición, periodistas y un grupo numeroso de jóvenes, entre los cuales cabe distinguir a los violentos de los meramente entusiastas a la hora de quejarse.

La columna que llegó hasta 25 de Mayo y Belgrano lo hizo pacíficamente, hasta que unos pocos abandonaron la calma y pasaron a los hechos cuando se encontraron con el vallado policial que les impedía pasar. Así, en cuestión de minutos, todo voló por el aire, literalmente.

La Policía arrojó rápidamente gases lacrimógenos. Muchos jóvenes rompieron veredas y cordones, de donde extrajeron proyectiles de todo tamaño que arrojaron sobre las formaciones policiales en distintos sectores del microcentro, a la vez que prendían fuego a tachos de basura.

El vaso rebalsó cuando la fuerza empezó a disparar balas de goma a diestra y siniestra; una represión que Formosa no recuerda en tiempos de democracia. Todo resultó “válido” para intentar desconcentrar a la gente, cachiporras, camiones hidrantes y hasta cartuchos vencidos de gas lacrimógeno.

En el medio, opacado por la violencia, quedó el reclamo de cientos de vecinos pacíficos: poder trabajar con protocolos, pero de manera libre. Dueños de bares, gimnasios, locales comerciales se hicieron presentes para expresar que no dan más.

El saldo, doloroso y lamentable, fue el siguiente: decenas de manifestantes baleados con municiones de goma, trabajadores de prensa que quedaron heridos en el fuego cruzado, y hasta dos periodistas detenidos. La fuerza reportó 14 policías heridos. También resultaron detenidos por lo menos 13 menores de edad, sin mediar, a priori, la intervención del juez competente. Sus familias denunciaron que estuvieron incomunicados durante horas.

Todo lo sucedido entre el mediodía y la tarde de ayer en la ciudad de Formosa fue el final lamentable de un hartazgo y cansancio social que viene en escalada hace un año. Quedará en la historia como una herida infligida a la paz social por una pandemia y sus consecuentes restricciones que, por un lado, enardece los reclamos de quienes se ven obligados a paralizar nuevamente sus actividades económicas, y, por el otro, pone de manifiesto excesos policiales inconcebibles en democracia.

La violencia nunca es el camino. La oposición y el Gobierno deberían hacer escuela de ello.