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Confrontación estéril



Dicen los especialistas en salud mental que la orientación posible para atravesar esta situación de pandemia está en reconocer la respuesta singular que niños/as, padres y madres logran tejer ante lo incierto del virus y sus efectos. Para que, de este modo, la distancia social no sea una distancia de cada uno consigo mismo y con los que ama.

El punto vuelve a realzar su importancia en las poblaciones de Formosa y Clorinda, no porque siga habiendo una cuarentena rígida como la del año anterior, sino por el bloqueo físico de las relaciones escolares en esos lugares, a raíz de la situación epidemiológica.

Cabría plantearse qué información maneja hoy nuestra población infantil sobre el COVID-19 y de qué manera se fortalecen lazos con la educación virtual. El mayor desafío en cada hogar, sin duda, es entablar una nueva rutina de aprendizaje, mucho más productiva que la de 2020.

La pandemia incorporó nuevos conceptos a la cotidianidad: “quedate en casa”, “aislamiento”, “distanciamiento social”. Palabras y frases que conllevaron el replanteo del trajinar diario. Mientras maduraba esa “nueva normalidad”, crecieron las consultas de madres y padres preocupados por las tareas virtuales de la escuela, la negación del niño/a a realizar actividades y las dificultades para sostener el trabajo y la crianza.

La angustia y la incertidumbre de muchas familias formoseñas y clorindenses vuelven hoy a ser las mismas del año pasado en términos educativos. A cada integrante, el coronavirus lo confronta con nuevas exigencias, que se suman al temor de contraer la enfermedad.

Pero además ha quedado comprobado que un aula virtual no es lo mismo que un aula física. De ahí la enorme expectativa por saber hasta cuándo permanecerá suspendida la presencialidad en las zonas más comprometidas por el COVID-19.

La crisis sanitaria que atraviesa el mundo no es un juego, por lo tanto no se trata de ejercer presiones porque sí desde un sector social, ni de tomar medidas descolgadas de la realidad. Si la vuelta a clases presenciales debe seguir demorada, que los motivos sean valederos y la tolerancia un distingo de civilidad.

Entretanto es necesario detenerse y ubicar cuáles son las necesidades de cada niño/a que hoy no puede ir a la escuela, como de cada miembro de la familia que vuelve a encontrarse con dificultades por sortear en su vida diaria. Tener a los chicos/as en casa en horario de trabajo es apenas una de ellas.

Esos padres y esas madres necesitan dar lugar a la reinvención, recrear la cotidianidad. Al inicio de la cuarentena, para algunos, estar en el hogar fue una sorpresa y un buen modo de reencontrarse con sus hijos/as. Pero, con el correr de los días, cada uno se vio confrontado con lo más íntimo, con aquello que siempre lo aqueja, pero que, en situaciones como el aislamiento social, cobró una dimensión difícil de elaborar.

No hay una receta mágica para este cuadro comprometedor que todas las familias formoseñas ya atravesaron durante el último año. Aunque está claro que ninguna solución vendrá por el lado de la confrontación.



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