No es lo mismo una conferencia de prensa que una reunión informativa. Valga la aclaración para aquellos que desde hace varios años confunden las cosas en Formosa y que ahora han decidido dar marcha atrás con un formato que venía siendo de interés del público.

Es importante resaltar también que las preguntas que realiza la prensa a diario a los representantes del Consejo de Atención Integral de la Emergencia COVID-19 nunca fueron guionadas, pautadas o “autorizadas” por las autoridades: rumor prejuicioso y falso que suficiente daño ha hecho al periodismo durante meses. Cada periodista preguntó siempre lo que quiso, o lo que el medio al que pertenece consideró relevante.

Pero desde ayer, la Mesa del COVID-19 cambió de metodología y dejó de ofrecer conferencias de prensa abiertas y sin censura previa para limitarse a recibir seis preguntas diarias por escrito: cuatro de medios de capital y dos del interior.

En lugar de pararse frente a un micrófono y preguntar de frente a los funcionarios y técnicos que conforman el Consejo de Atención Integral de la Emergencia, como era hasta el domingo, los periodistas tienen que reunirse previamente y consensuar las consultas, decidir las preguntas de quienes serán transmitidas ese día. Pero ninguno de ellos/as podrá verbalizarlas; esta tarea la realizará ahora el subsecretario de Comunicación Social; es decir, otro funcionario provincial.

Hasta aquí el acto de censura no pareciera tan grave. Ayer se vio el primer ensayo, la pregunta trasladada por nuestro medio fue leída tal cual como fue redactada.

Sin embargo, no puede desconocerse que entre los periodistas que ahora deciden o votan las inquietudes de quienes serán leídas, una amplia mayoría está integrada por representantes de comunicación provincial y otros comunicadores adherentes al Gobierno.

Entendemos que lo que se pretende, vía censura previa, es evitar preguntas incómodas de los medios independientes sobre la evolución de la pandemia en nuestra provincia, lo que está pasando con los derechos humanos en los centros sanitarios y en los de alojamientos, y con las actividades económicas que siguen restringidas.

Un acto de censura liso y llano en desmedro de la libertad de acceder al conocimiento de situaciones polémicas o conflictivas que muchas veces son pasadas por alto por los voceros del Consejo.

No existe conferencia de prensa con periodistas sin voz.

Quitarles a los mismos -incluidos los de agencias oficiales y adherentes al gobierno- la posibilidad de hacerse oír sin impedimento es una forma solapada de atacar la libertad de expresión, además de una falta de respeto artera a los medios de comunicación que hace un año vienen poniendo a entera disposición sus plataformas para que las autoridades responsables lleven la palabra oficial a la gente y puedan responder las inquietudes comunitarias.

Para la comunicación de riesgo, se recomiendan velocidad, precisión y transparencia. Nunca apelación permanente al miedo ni, mucho menos, cercenamientos a la tarea periodística.

Debe tenerse en cuenta que la relación entre el periodismo y el poder de turno exige como regla esencial de aquél situarse alerta tanto por las posibles tentaciones como por eventuales acciones de presión o censura que puedan surgir.

La libertad de prensa bien ejercida y la práctica de un periodismo independiente son las garantías básicas de que un determinado medio no caerá en el facilismo del ejercicio periodístico siempre oficialista, acomodaticio al sector político que esté ejerciendo circunstancialmente la conducción del Estado.