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“CHAMAMÉS DE ENCIERRO” VOLUMEN 2

La resiliencia sonora



Por Washington

“La clave está en lo que se enfatiza. O nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma”. De la frase da cuenta el antropólogo y escritor peruano Carlos Castaneda, en torno a una serie de reflexiones sobre la espiritualidad chamánica por parte de un sabio de la comunidad yaqui, a quien dio a conocer con el pseudónimo Don Juan Matus en una serie de publicaciones. En una de sus expediciones en los años sesenta, Castaneda emprendió un periplo por el desierto de Sonora, en México, movido por la investigación acerca de la naturaleza medicinal de algunas plantas psicotrópicas y hongos del lugar utilizados por las etnias cercanas, que se servían de sus efectos alucinógenos.

Es en esta travesía que conoce a Don Juan, a quien toma por maestro, cuyas enseñanzas, basadas en la búsqueda de lo sensorial por encima de lo racional, formarían parte de una serie de trabajos escritos de campo a lo largo de unos veinticinco años. “El silencio interno” (1996) y “La rueda del tiempo” -obra póstuma- (2000) se cuentan entre sus últimos libros editados.

Como invitando a una lectura alegórica de la escena, la última entrega audiovisual del colectivo musical Nde Ramírez presenta al personaje principal de la trama (Tomás Caballero) desplomado sobre la cama, sin el más mínimo atisbo de ánimo, hasta que una insistente llamada telefónica interrumpe su lectura: una edición de bolsillo de “El silencio interno” y “La rueda del tiempo”.

Con una propuesta conceptual trabajada desde múltiples lenguajes artísticos, en permanente diálogo y experimentación, "Chamamés de encierro" Volumen 2 verá su estreno hoy con un concierto exclusivo para el 16° Festival Internacional de Música de Vanguardia Festivalfff de Ecuador, a partir de las 18 horas. Con la tarea de erigirse como “Motor de Cambio” en la región, el evento cuenta con numerosas actividades, con invitados internacionales, entre los que Nde Ramírez toma la posta para representar al país.

Luego de la primera entrega en el mes de mayo, en esta segunda oportunidad, “Chamamés de Encierro” vuelve a resignificar su carácter de bitácora localista que documenta y reúne una serie de experimentaciones sonoras de ritmos regionales litoraleños con ensambles folk rock, acompañadas de un gran trabajo audiovisual que le dan mayor sustento desde una diégesis entramada con nuevos retazos de audios de redes sociales, mosaicos visuales psicodélicos y hasta picarescos que desnudó la pandemia y lectura de textos de índole reflexiva que conducen a un mismo fin: la resiliencia a partir de un episodio infortunado.

El músico y productor Marcos Ramírez, fundador del proyecto y al frente de este colectivo, contó en diálogo con Cronopio sobre la participación en el festival internacional, la resiliencia cultural y espiritual como misión existencial pospandemia y sobre la génesis de este disco digital, que en este formato de cuarteto contó con la participación de Leo Moscovich en slide bajo/guitarra (“La Cruda”, “Mamborenegro”), Walter Broide en percusión (“Audion”, “Poseidótica”, Ex “Natas”) y Santiago Córdoba en sintetizadores (“Violentango”); con el propio Marcos en guitarras bases, edición, mezcla y producción general.

Además, fueron parte como invitados especiales con testimonios y desde la representación el destacado actor formoseño Tomás Caballero, el músico y compositor entrerriano Pol Nada, el fallecido fotógrafo Jorge Noriega y el actor/realizador formoseño Javier Saporiti.

“El ámbito artístico tiene siempre esa capacidad (de resiliencia). El arte nos mostró que desde el dolor se crea, desde la tragedia se inspira y de la crisis sale una oportunidad”, asegura Marcos en entrevista con este Suplemento. A partir de aquí, se deberá decidir la derrota o la lucha. El trabajo -al decir de Juan Matus- será el mismo.

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“Chamamés de Encierro” Volumen 2 va a ver su estreno hoy en el marco del Festivalfff 2020 de Ecuador. ¿Cómo se dio este vínculo y de qué manera los sintonizamos?

- “El vínculo con los organizadores del triple F nace en el 2014, con un viaje a Colombia a un mercado de música llamado Circulart. En ese viaje, en una reunión conocí a Tania Navarrete y Joselo Jacome, directores del festival, con quienes inmediatamente conectamos y empezamos a soñar la idea de intercambiar creatividades. En el 2015 concretamos la visita a Ecuador con un proyecto llamado ‘El Cruce’, junto a Ema Cuañeri, Uli Gómez, Juanma Ramírez y María Zorrilla. Estuvimos doce días compartiendo una residencia artística. Luego seguimos conectados y este año habíamos decidido visitar de nuevo Ecuador para participar del Festival FFF, que se haría presencial en mayo de 2020. La pandemia lo reprogramó y este fin de semana sucede en modo virtual y se puede sintonizar por varias plataformas. El sitio web del festival (www.festivalfff.org) tiene todos los links; el de YouTube es: https://bit.ly/2UROXvv”.

Más allá de nuevas incorporaciones de músicos, hay también en el proyecto colaboradores de diferentes ámbitos artísticos. ¿Es ex profeso esta particularidad que hace de Nde Ramírez un colectivo heterogéneo y diverso o es más bien inconsciente?

- “Hay un poco de ambas cosas. Hace poco, hice una especie de terapia de proyectos artísticos donde me tocó pensar sobre qué es Nde Ramírez y cuál es el formato actual de la propuesta. La sugerencia de la terapeuta fue que debía ser yo solo y tratar de proponer ese formato mínimo de un integrante; pero la verdad es que no me resonó la idea y me puse a pensar mucho, concluyendo en que Nde Ramírez es una reunión, un meeting musical que propone el encuentro entre colegas y amig@s de la psicodelia. Creo que esa decisión de no ser ‘solista’ es algo consciente, es una búsqueda. Mas la capacidad de encontrar esa gente que me acompaña y el perfil parecido que siempre aparece como una constante es algo que se da en forma totalmente inmanejable”.

La idea de resiliencia cultural va en línea con el festival y el disco en sí. ¿Cómo la encauzamos hacia la reconstrucción del ámbito artístico, tan vapuleado por las condiciones de aislamiento durante tanto tiempo?

- “Lo de la resiliencia cultural es un concepto que se apareció durante la grabación del concierto/disco este, seguramente ya creado por otros seres. Pero en nosotros y el análisis que se propone apareció recién ahí. Su utilidad para abordar la reconstrucción (con su correspondiente deconstrucción previa) es evidente, pues la resiliencia es la capacidad de adaptarse y de salir fortalecido de las experiencias traumáticas. El ámbito artístico tiene siempre esa capacidad. El arte nos mostró que desde el dolor se crea, desde la tragedia se inspira y de la crisis sale una oportunidad. Es el desafío fundamental y la resiliencia una herramienta. El encauzamiento vendrá de acuerdo a los valores de cada ser y sus necesidades particulares. Las necesidades comunes, entiendo, deben resolverse en un diálogo grupal, sectorial primero y luego multisectorial. No se me ocurre otra forma”.

En el disco hay una lectura a nivel social hasta picaresca de la realidad, pero los ambientes, los sonidos mántricos logrados, las lecturas chamánicas de Castaneda del personaje… nos invitan también a una resiliencia espiritual en términos antropológicos si se quiere. ¿Qué tan compleja podrá ser esta reconstrucción?

- “Es una gran pregunta. La complejidad de esta reconstrucción de la que hablás está relacionada con la evolución de cada espíritu en cuestión y obviamente la red, la trama espiritual que se genera como grupo humano que dialoga entre sí. Siento que nos toca reflexionar sobre qué herramientas tenemos disponibles. No lo había pensando pero quizás hay que planear un abordaje que incorpore a estas tecnologías del conocimiento que tenemos a disposición para reconstruir el ánimo. Siento que es el ánimo el gran tema a analizar. La esperanza es el combustible que necesitamos. Sin duda, el arte -y la música en particular- es una de las grandes oportunidades que tenemos de generarlo”.

El trabajo en sí es una suerte de mosaico sonoro que vuelve a retratar en esta segunda parte las particularidades de una pequeña aldea regional sumamente rica. ¿Cómo trabajaron musicalmente en esta línea conceptual desde la modalidad remota?

- “Como director musical y productor del proyecto, me tocó decidir qué dinámica usaríamos para armar el concierto, y la verdad es que fue una gran improvisación. Aclaro para l@s lector@s que no lean esta palabra ‘improvisación’ peyorativamente sino como una virtud de exploración y riesgo constante de la mano de músicos y artistas talentosísimos, como Leo Moscovich (Santa Fe), Walter Broide y Santiago Córdoba (Buenos Aires), Pol Nada (Entre Ríos), Javier Saporiti y Tomás Caballero (Formosa). Fue una dinámica de creatividad colectiva con mucha libertad y con la capacidad de adaptarnos. Cada vez más me gusta explorar estos horizontes y siento que la dinámica de la improvisación en el arte es el camino de una fuerte sensación de estar vivo. Hay un libro muy fundamental que leí hace muchos años que se llama ‘Free Play - La improvisación en la vida y en el arte’, de Stephen Nachmanovitch, y trae consigo una gran enseñanza que considero clave para cualquier artista. Aprovecho y termino la pregunta con una frase del mismo: ‘De las cenizas de la duda y de la alquimia de la entrega, comenzamos a despertar otra vez a una actitud confiada. Si nos sentimos seguros de lo que sucederá, nos atamos al futuro rígidamente y nos aislamos de las sorpresas esenciales”.



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