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Siempre al acecho



La pandemia de coronavirus mantiene en vilo a la sociedad y, no sin polémicas, ocupa prácticamente toda la atención de las autoridades políticas y sanitarias de la provincia. Es así que otras enfermedades de alto impacto en nuestro territorio pasaron a un segundo plano, como el dengue, aunque regularmente se siga informando sobre el número de contagios.

Entre las quejas de algunas personas recluidas en centros de aislamiento, se conoció en los últimos días la molestia de aquellas que aseguran no contar siquiera con tela mosquera en sus habitaciones, lo cual -de ser cierto aunque más no fuera en un caso- representaría una abierta contradicción entre las prevenciones contra el COVID-19 por un lado, y un descuido frente al Aedes aegypti por el otro. Una cosa no debería obviar la otra.

Por más que el tema haya retrocedido en la agenda oficial y ayer no se haya informado ningún caso en Formosa, las cifras de dengue siguen siendo preocupantes en la región y obligan a las autoridades sanitarias a mantener la vigilancia epidemiológica. Porque así como hay que estar preparados para una eventual segunda ola de coronavirus en nuestro país, no puede descartarse un brote descontrolado de aquella otra enfermedad viral.

En lo que concierne a la población, se trata de recordar, asumir y profundizar las medidas esenciales de prevención en los hogares. Entre ellas, predomina el cuidado de la higiene en los recovecos que son potenciales criaderos de mosquitos. Es de conocimiento general que el calor y la humedad, características en esta época del año, alientan la proliferación de estos insectos, algunos portadores del virus.

A esta inquietante situación se agregan otras relacionadas con enfermedades que permanecen latentes y que pueden recuperar dimensiones peligrosas en aquellas comunidades que no acceden a sus respectivas vacunas o entre quienes no han completado las dosis de inmunización recomendadas.

Siguiendo con el dengue, los consejos para neutralizar la proliferación de mosquitos deben ser precisos y su amplia difusión sostenida en el tiempo, apuntando, en especial, a evitar la acumulación de agua estancada en objetos ubicados tanto en los interiores, como en los jardines o en los patios de las viviendas.

No podemos dejar de destacar la importancia de los operativos de desinfección casa por casa que competen a los organismos sanitarios, así como criticar la actitud de aquellas vecinas o vecinos que no dejan ingresar a los brigadistas a sus domicilios; situación esta última que, insistimos, debería ser denunciada a la autoridad pertinente para que adopte medidas.

Sin criaderos no hay mosquitos debe ser la premisa, válida siempre y cuando se operen sin pausas los programas de prevención en las épocas más críticas, por más que deban atenderse, al mismo tiempo, otras emergencias.

Habrá que admitir que arrojar basura en cualquier sitio no es la mejor medicina en el combate contra los mosquitos y contra las variadas especies de alimañas nocivas para la salud pública. En esto, la mayor responsabilidad les cabe hoy a las personas que no acatan las campañas municipales.



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