El Papa Francisco dio otro paso histórico trascendente para la Iglesia católica al respaldar por primera vez las uniones civiles entre personas del mismo sexo. La declaración del pontífice, incluida en el documental Francesco, presentado en el Festival de Cine de Roma, representa un cambio drástico en la postura del Vaticano respecto al tema.

El visto bueno a la aprobación de leyes de unión civil para parejas homosexuales se aleja de la posición doctrinal de la Santa Sede y de la postura de los papas anteriores. “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso”, dijo el actual jefe de los católicos de todo el mundo.

El cambio obedece a una visión distinta de cuestiones internas que despiertan polémica tanto dentro como fuera de la Iglesia romana. No sólo el Papa argentino está dispuesto a cambiar algunas cosas; hay obispos de distintos países que incluso van por delante de él en este proceso de aggiornamiento.

Muchos religiosos católicos aprueban, por ejemplo, la ordenación de los llamados viri probati -hombres de fe probada y relevantes en la comunidad, aunque tengan familia estable- para garantizar los sacramentos en los lugares más remotos del planeta, como la Amazonia. Concretamente, apoyan la ordenación de diáconos permanentes, aunque estuvieren casados.

El diaconado femenino es otro tema en estudio. El mismo Francisco prometió volver a convocar a la comisión que estudia el diaconado de las mujeres en los primeros años del cristianismo y sus implicaciones en la actualidad. Entretanto, algunos obispos ya han aprobado el acceso de las mujeres a ministerios laicos como el lectorado o el acolitado y la creación de la figura de la mujer dirigente de la comunidad.

Punto aparte para el celibato sacerdotal. Si bien no es un dogma de la Iglesia católica como algunos pretenden hacer creer (hasta el siglo IV los curas podían casarse y tener hijos y hasta hubo papas casados), su vigencia continúa inalterable, aunque una luz al final del túnel ilumina la posibilidad de un cambio también en este espinoso requisito.

En un fragmento del libro Desde lo más profundo de nuestros corazones, el Papa emérito Benedicto XVI señala que “el celibato es indispensable”. Sin embargo, más tarde, Francisco no le cerró las puertas a este debate, por más que en diversas ocasiones se ha mostrado a favor de dicho estado.

El actual pontífice defiende el celibato como “gracia decisiva” de la Iglesia Católica latina, asegura que está en plena coincidencia con la visión sobre el sacerdocio de Juan Pablo II y enfatiza su convicción de que “es un regalo, una gracia”.

No obstante, los cambios se vienen acelerando en la Iglesia católica, y está muy bien que así sea. Bienvenido en este sentido el pulgar para arriba de nuestro Francisco a la unión civil entre personas del mismo sexo, algo impensado hasta hace poco. Como en todo, seguramente habrá más papistas que el Papa que estarán en contra. Pero el mundo no se vendrá abajo por un acto de justicia lógico y necesario.