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Cautela y prudencia



A casi un año de la aparición de los primeros casos en China, el coronavirus sigue generando debates y polémicas. Ni los especialistas logran ponerse de acuerdo sobre determinados aspectos de esta pandemia que conmociona al planeta. De ahí la necesidad de acceder a la información más actualizada y precisa ante la menor duda.

Como se sabe, hasta la Organización Mundial de la Salud ha caído en contradicciones en todo este tiempo, siendo el barbijo epicentro de una de las más gruesas entre los expertos, pues al principio su utilización no fue considerada obligatoria y hoy es una de las patas del trípode sobre el que se apoya la política de prevención en todos los países, junto al distanciamiento social y el lavado frecuente de manos. También los síntomas fueron objeto de discusiones, ampliándose el espectro a medida que transcurrían los meses.

En este contexto de difusión constante de novedades, se debe buscar combatir tanto el contagio como la circulación de información errónea. No todas las fuentes disponibles son fiables, aunque debe aceptarse que -con varias correcciones en el camino, como la duración de una cuarentena eficaz-, la más fiel sigue siendo la OMS, que en estos casos dirige las acciones para la contención del virus, así como de cualquier enfermedad o cualquier brote.

Siempre a nivel internacional, hay información interesante proveniente de la Johns Hopkins Medicine y de otros centros, aunque no pueden desatenderse los lineamientos del Ministerio de Salud de la Nación y de las sociedades científicas de nuestro país, con los “ajustes” de rigor.

A nivel local contamos con el Consejo de Atención Integral de la Emergencia COVID19, integrado por médicos, bioquímicos y abogados que diariamente nos dan un pantallazo de la situación formoseña, al cabo del cual atienden las inquietudes del periodismo. Aunque también este organismo oficial ha tenido sus marchas y contramarchas, así como tensiones en su contacto con la prensa, hoy sigue siendo la única referencia que permite seguir de cerca la evolución del estatus sanitario de la provincia.

Después están las turbias aguas de las redes sociales, donde se puede “pescar” de todo, desde pronósticos absurdos, pasando por denuncias con fines políticos, hasta remedios insólitos. Salvo algunas denuncias que efectivamente vienen llegando a la Justicia con distinta suerte, el resto carece del mínimo chequeo que demanda esta pandemia.

Los mismos infectólogos/as y epidemiólogos/as que en su momento cayeron en recomendaciones incongruentes, hoy recomiendan seleccionar cuidadosamente lo que se lee sobre el coronavirus en Internet y, sobre todo, practicar la cautela a la hora de compartir información con familiares y amistades.

La circulación de datos falsos o distorsionados y de rumores no contribuye a la comprensión y mucho menos a la prevención de ninguna enfermedad. El hecho más claro es que hay quienes insisten en que las vacunas no sirven, cuando claramente no es así. Es importante seleccionar lo que se lee, interpretarlo a la luz de los resultados y ser prudentes.



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