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Demasiado tarde



Carmen Acosta viajó 3.000 kilómetros desde Chubut y estuvo varada en una estación de servicio de la localidad santafesina de Esperanza a la espera de la autorización para ingresar a Formosa para reencontrarse con su madre que padecía cáncer. La respuesta llegó, pero fue demasiado tarde, su madre falleció antes de que su hija pudiera despedirse de ella.

“Cuando se constata la gravedad de un cuadro en estos casos, se actúa con premura para el ingreso de sus familiares y, una vez en Formosa, se hace ‘una burbuja’ para que esa persona llegue hasta su ser querido internado entrando por accesos alternativos en el centro sanitario en que esté y con medidas estrictas de prevención”, explicaron las autoridades. Esto no llegó a pasar en esta situación particular.

Ayer, haciendo referencia a este caso, el Consejo de Atención Integral a la Emergencia COVID-19 dijo que una de las mujeres se había inscripto el 29 de septiembre y la otra recién el 10 de octubre. El miércoles, en una entrevista con La Mañana, Carmen aseguró que el pedido lo realizó en el mes de mayo. Haya sido en mayo, septiembre u octubre, la demora en la respuesta de los pedidos de ingreso a Formosa a estas alturas no es una novedad. A pesar de que las autoridades insisten que están en contacto permanente con todos los solicitantes, las quejas de los “varados” son diarias y prácticamente en el mismo sentido: “No hay respuesta, no contestan los e-mails”.

No se pone en duda ni en tela de juicio que la decisión de crear un sistema de ingreso administrado a Formosa es de índole sanitaria, que es una medida extrema, en un contexto extremo y que la intención -como lo recuerdan todos los días- es “cuidar a los 640 mil formoseños”, pero a casi seis meses de su instalación sigue siendo un sistema deficiente o cuando menos uno que no está a la altura para responder de manera eficaz a la demanda de ingresos que tiene actualmente la provincia de Formosa. La gente quiere – por lo menos- sentir que su pedido, su suplica en muchos casos, no cae en saco roto, que alguien los escucha y que realmente le contestan.

A dos meses de fin de año la mejora del sistema de ingreso “ordenado y administrado” no admite más dilaciones, algo debería cambiar sustancialmente. La gente no puede seguir esperando durante meses, algunos no tienen más tiempo, y eso ayer quedó claro. No perdamos el derecho de decir adiós, se lo debemos a Carmen Acosta y a su madre.



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