Al igual que otras tantas actividades, la gastronomía y el deporte están inactivos desde el inicio de la pandemia por el COVID-19. Esto afecta a miles de trabajadores y a sus familias, quienes dependen de esto.
Es el caso de Marcelo Insfrán, un vendedor que hace casi dos décadas se dedica a vender alimentos, golosinas y bebidas en el ámbito deportivo. Recorrió todas las tribunas y supo cosechar muchos amigos producto de su esfuerzo y trabajo.
“Los amantes del fútbol me conocen, gracias a las autoridades de cada cancha donde me permitieron trabajar”, dijo, y añadió que pasó mucho tiempo en el Estadio de la Liga Formoseña de Fútbol y es muy conocido en el ámbito.
Al no haber actividad deportiva (y gastronómica), Marcelo tuvo que reinventarse y ahora hace fletes de muebles en toda la ciudad. “Con toda esta crisis lo primero que se cerró fue esto. Yo tuve que reinventarme como el ave Fénix, porque no logré que me saliera ninguno de los beneficios sociales entregados por Nación”, manifestó.
También contó que cuando todo inició en el mes de marzo, pensó que era algo que pasaría pronto, pero no fue así. “Llegó un punto donde miré mi alacena vacía, y yo tengo hijos y nietos que están conmigo. Ahí me puse a pensar qué podía hacer. Mi hija me sacó una foto con mi motocargo que uso para ir a las canchas y comencé a hacer fletes”, relató.
“Hago entre cuatro y cinco fletes por día. Pongo una tarifa dependiendo de la zona y la verdad me resultó bien el negocio; la mayoría de la gente es muy solidaria”, mencionó Marcelo, y agregó que tiene otros compañeros gastronómicos que no tienen la misma suerte y en este momento están sin ningún ingreso.
“En la calle se siente la incertidumbre, duda y miedo. No sabemos con qué nos vamos a encontrar el día de mañana porque está el virus y también la indiferencia de quienes nos manejan”, concluyó.