El coronavirus llegó para dejar a parques de diversiones de todo el país a puertas cerradas y con miles de familias sin ingresos. Susana Beatriz Bernad de Ferreyra recorrió el país con su pequeño parque de diversiones. Finalmente, el lugar elegido para quedarse fue Formosa, donde hace varios años vive con su marido, hijos y nietos.
Ante la imposibilidad de trabajar de lo que más aman, Susana y su familia tuvieron que pensar en un plan para continuar adelante. “Dentro de todo pienso que lo peor pasó. Antes estábamos más bloqueados y no sabíamos qué hacer, pero entendimos que debíamos seguir”, dijo la mujer a La Mañana.
Además, mencionó que “aunque no es lo que queremos, estas son pruebas que nos pone la vida y doy gracias a Dios que estamos en Formosa; porque la gente es muy solidaria con nosotros”. Destacó que en este último tiempo se dedican a la venta de copos de nieve, manzana acaramelada, churros, macetas y parrillas.
“Empezamos a vender en el Lote 111 y nunca nadie nos molestó. Ahora comenzamos a ir al Urbanización España y el San Antonio, donde la verdad que nos va muy bien”, comentó la mujer a este matutino, desde su parque de diversiones ubicado en el barrio 12 de Octubre.
También destacó la buena voluntad de sus vecinos y de gente que se acerca desinteresadamente y les brindan ayuda con mercaderías que son para ella, su marido, un hijo, su nuera y dos nietos.
“Nosotros no pedimos que nos regalen nada, sólo con las compras de lo que ofrecemos nos ayudan muchísimo. Igual hay muy buenos gestos como el de la señora de enfrente, que me mandó diez kilos de azúcar para preparar los copos”, relató.
Por último, contó una situación que vivió en este último tiempo y que da cuenta la profunda solidaridad del formoseño. “Hay una señora que aparece que no sabemos quién es, tampoco la dueña del kiosco la conoce, pero nos deja vales de compra para nosotros”, dijo, y añadió que “viene cuando nosotros salimos a vender”.
“Para nosotros es un ángel, una bendición. Así como ella, hay otra tanta gente que nos hace llorar, porque nos dan mensajes de aliento y nos ayudan. Vamos por barrios humildes pero la gente nos espera para comprar; nos llena el alma y nos emociona”, finalizó.