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El mayor enemigo de la felicidad: “La culpa”

Una columna de Tona Galvaliz



La culpa no es el error.

La culpa es dañina, esclaviza, determina; porque genera sentencia y condena. Imposibilita la alternativa de reparar.

El culposo vive con deuda y vergüenza, se siente inferior, todo lo que hace lo siente insuficiente, experimenta una sensación de déficit en lugar de satisfacción.

El error es parte del proceso de aprendizaje, nos invita a asumirnos en el desacierto y explorar opciones, posibilidades, alternativas, ser creativos y aprender.

Mediante el error ajustamos nuestras conductas evolutivas adaptándonos al medio para vivir mejor.

La culpa es una emoción negativa destructiva y peligrosa que invalida superarnos, crecer.

Emoción que se transforma en sentimientos negativos. Las emociones (e-motion) son energías que nos predisponen para actuar y movernos, ellas se activan con los juicios maestros y creencias que nos habitan.

El culposo tiene una visión y una autopercepción distorsionada de sí mismo y de la realidad. Interpreta las cosas de una manera parcial y rígida desde la falta.

Su forma de percibir le produce baja estima, desvalorización, inseguridad, rabia, odio hacia sí mismo por cómo se considera y define, ocasionándole una falta de aceptación, con diálogos negativos y descalificadores, sintiendo indefensión, inseguridad y una profunda vergüenza, remordimientos, mala conciencia, autoreproches, intranquilidad.

El sentimiento de culpa también afecta la biología humana. La sensación que produce es, falta de aire, tener el cuerpo tenso, pesado, ajustado o comprimido, dolores en el pecho, estómago, presión en la cabeza, peso en la espalda, mucho desgaste emocional, tensión y estrés.

La culpa, patrimonio de la humanidad.

Sentimiento que tiene su origen en la infancia, con nuestros padres, con los mandatos, expectativas, educación, dogmas, religión, cultura de manipulación y control.

¿Cuándo sentimos culpa?

1. Cuando consideramos que no hicimos algo que creíamos debía haberse hecho, o a la inversa.

2. Está profundamente relacionado con la escala de valores personales recibidos desde la tierna infancia.

3. Hay un gran miedo social a la equivocación.

4. Hacerse cargo de errores ajenos. Sostener lo que no es.

5. No todos experimentamos culpa ante las mismas cosas.

6. Provocan una mezcla de emociones y sentimientos que nos hacen sentir mal, quedando atrapados en ellos.

¿Cómo dejar de sentir culpa?

1. No usar la palabra culpa. Usar la palabra responsabilidad.

2. Perdonarse. Dejar de castigarse, autoreprocharse, maltratarse por el error, revertir la autoimagen negativa descalificada. Sustituir por: yo soy capaz, merezco una nueva oportunidad.

3. Tratarse con consideración y respeto. Darse permiso para equivocarse y recalcular.

4. Aceptar y asumir la equivocación como parte de un proceso de crecimiento y expansión.

5. No personalizar el error, ej. soy un inútil, no sirvo para nada. Reemplazar por ‘lo voy a intentar nuevamente’.

6. Cuestionar mandatos limitantes. Cambiar por otros empoderadores.

7. Mirar en perspectiva la situación para encontrar opciones.

8. Elegir, responsabilizarse y comprometerse en total libertad, sin condicionamientos para responder.

“Lo asumido es redimido”.



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