La pandemia de coronavirus y las cuarentenas que con distinto criterio se aplican o se aplicaron en los distintos países están produciendo en las sociedades mundiales, y también en la Argentina, grandes transformaciones que involucran no sólo la redefinición del papel del Estado, sino la relación de éste con la economía y la sociedad civil.
Esta reestructuración de la economía ha producido un desmesurado aumento del desempleo y la destrucción de gran cantidad de PyMEs. Afortunadamente, y en una actitud aun lenta pero francamente positiva, tanto el sector empresario como los trabajadores se reorganizan y van creando nuevas formas de contención que favorecen la integración social.
Este es el caso de “Te lo cambio, Club del Trueque”, un espacio de intercambio de bienes y servicios que en menos de un mes ya reúne a más de 30 mil formoseños y al cual hoy ingresan alrededor de seis mil personas por día, con una premisa: no hablar de dinero sino proponer canjes “pelo a pelo”.
Se trata de cambiar para sobrevivir en un momento difícil para todas las argentinas y los argentinos, como sucediera entre diciembre de 2001 y 2003 en varias provincias, entre ellas Formosa. Sin embargo, a diferencia de algunas iniciativas locales de aquella época que tuvieron trasfondo político, la que hoy nos ocupa aparece dominada por otro espíritu.
En su dimensión más auténtica, los clubes de trueque están inspirados en la recuperación de los valores humanos que se generan a partir de la solidaridad, lo que, sumado a la necesidad de combatir la desocupación y la exclusión del sistema económico, abre paso a la conformación de una nueva ética social. Los beneficios que se obtienen de estas organizaciones en medio de una crisis son importantes, porque brindan contención y sentido de pertenencia a sus miembros.
Algunos han dado en llamar “economía del amor” a esta nueva ética social, ya que en ella no corre el dinero. Como bien aclara en sus principios “Te lo cambio, Club del Trueque”, el grupo tiene prohibido mencionar palabras tales como “precio”, “compro”, “vendo”, “efectivo”, “pago la diferencia”, “plata”, entre otras. El único propósito es el intercambio de bienes y servicios, que incluye desde objetos de todo tipo a distintos oficios.
Es importante que en estos clubes todos los socios tengan su lugar de pertenencia y contención. Es una forma de ir descomprimiendo al Estado de la pesada carga de asistir a tantas familias víctimas de la crisis económica producto del cierre de negocios y el aumento de la desocupación y la pobreza por la emergencia sanitaria.
Resulta significativo, en el actual contexto, aprender a satisfacer necesidades con las propias capacidades, sin depender del dinero para que una persona se sienta realizada. Además, si se profundiza la idea, como de hecho ocurre en algunos lugares, no es descabellado pensar en la posibilidad de que los contribuyentes paguen aunque más no fuere una parte de sus deudas con el fisco a través del trueque solidario. Una nueva forma de entender la relación del Estado con la economía y la sociedad civil, digna de analizar en la dramática coyuntura.