Por respeto a los clientes y para romper con el estigma del vendedor mal vestido, Antonio eligió ponerse saco y corbata para salir a vender sus tortas fritas en un sector de semáforos sobre la avenida Néstor Kirchner, casi Circunvalación. Se levanta todos los días a las 3 de la mañana para elaborar sus productos. Dice que adquirió la cultura del trabajo a través de su padre.
Se viste para la ocasión. Y aclara que no es por marketing, sino para desmitificar la figura del vendedor mal vestido: “La gente se merece ser atendida de la mejor manera, por eso decidí adoptar este vestuario a la hora de vender mis tortas fritas empaquetadas. La idea surgió en principio de mi padre, que tiene años de experiencia en el rubro. De él adquirí la cultura del trabajo y las ganas para llevar adelante el emprendimiento”, señaló Antonio ante el móvil de La Mañana en Vivo.
Con la elegancia a cuesta, el joven contó que todos los días se levanta a las 3 de la madrugada para elaborar y empaquetar sus productos: “Cada bolsita con tres tortas fritas sale 70 pesos, más una promo de dos bolsas a 100. La venta es relativa, a veces se vende más rápido y hay días que prácticamente tengo que estar de la mañana hasta la tarde”, precisó.
En la comunicación, Antonio resaltó la figura de su padre y valoró la cultura de trabajo que le inculcó desde muy pequeño: “Me formó como comerciante y también como persona. Ya teníamos un emprendimiento familiar antes de la cuarentena que se postergó con las restricciones. Ahora que la venta ambulante está permitida inicié este proyecto de manera personal”, concluyó.