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No aflojarle al dengue



COVID-19 y dengue son dos enfermedades virales y las dos tienen presencia en Formosa. Sin embargo, la primera, por tratarse de una pandemia, pareciera haber eclipsado a la segunda, siendo ésta la que mayor prevalencia tiene en nuestro territorio por tratarse de un área con características climáticas tropicales a subtropicales.

Sin dejar de prestarle máxima atención al coronavirus, queremos devolver por un momento la mirada a los contagios que produce el Aedes aegypti. Es sabido que los criaderos de estos mosquitos -que proliferan dentro de las viviendas si no se respetan ciertas medidas de higiene- son terreno fértil para la recurrencia de enfermedades infecciosas, entre ellas el dengue. Se trata de un cuadro clínico que puede alcanzar estados de gravedad en las personas y cuyo virus es transmitido por el citado culícido.

Las afecciones asociadas a este fenómeno vienen siendo ampliamente difundidas desde hace años como para que algunas personas insistan en desentenderse de las medidas de prevención. Menos aun en provincias como la nuestra, donde con frecuencia se detectan invasiones de mosquitos en los hogares.

El Consejo de Atención Integral a la Emergencia COVID-19 reserva todos los días la última parte de su informe a la situación del dengue en Formosa, donde se continúan realizando controles de focos, tratamientos con larvicida y tareas de descacharrado en distintos barrios de la capital y también en el interior. Los casos, según el parte oficial, han disminuido notoriamente en días recientes; sin embargo, suman miles en total en lo que va del año.

El Estado no debe ceder, debe seguir estando presente y actuar con las herramientas disponibles, atento a los riesgos en ciernes. El seguimiento casa por casa, con el propósito de identificar y erradicar los criaderos del insecto, es fundamental, porque sin criaderos no hay mosquitos. Esta premisa básica, como eje de campaña, debe ser un llamado de atención a los propios vecinos. Las recomendaciones y el acatamiento son cruciales para evitar la propagación de la enfermedad.

No es extraño que cualquier recipiente con agua favorezca la reproducción del Aedes. Y es por tal motivo que se recomienda no dejar receptáculos de agua estancada, tanto en los sitios internos como externos de las casas. Pero hay otros espacios carentes de higiene donde las larvas se multiplican sin solución de continuidad, entre ellos, los basurales a cielo abierto que proliferan en algunos barrios y que en épocas de lluvias quedan convertidos en fangos insalubres, donde no sólo hallan refugio los mosquitos transmisores de dengue, zika y chikungunya, sino también otras alimañas nocivas para la salud humana.

En Formosa, hasta ahora, el Estado viene sosteniendo con mucho esfuerzo la batalla contra el dengue; sin embargo, el resultado no será completo ni exitoso mientras no haya un decidido compromiso de los vecinos en esa batalla. El dengue no es el COVID-19; se trata de una enfermedad conocida que ya no nos debería tomar por sorpresa si la población formoseña se pone a la altura y acata a pie juntillas las indicaciones sanitarias.



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