Jacques Attali, economista francés, nacido en Argelia, además de abogado e ingeniero, asesor de los últimos presidentes de Francia, impulsor de Macron, ha definido que “la humanidad aún no comprendió la profundidad de la crisis que se avecina y el costo de la resurrección”. En un artículo muy importante publicado en el diario La Nación el último domingo, este doctor en economía asegura que hay que implementar “una economía de guerra”, como la de la Segunda Guerra Mundial, tal la gravedad de la crisis generada por el COVID-19. Según Attali, “Estados Unidos y el Reino Unido, que demostraron ser los más eficientes cuando debieron adoptar ese abordaje, luego destruyeron al Estado con políticos muy liberales, muy pro mercado, y tienen una visión ideológica muy contraria al concepto de economía de guerra”.
Estas declaraciones reafirman lo que se plasma en otras notas. La economía de los Estados Unidos se contrajo casi un 33% anualizado durante el segundo trimestre, datos publicados hace muy pocos días, desempeño que no registra antecedentes desde principios de siglo. El consumo se redujo un 34,6% y los gastos en servicios bajaron un 43,5%. Las inversiones privadas también sufrieron una caída de casi el 50%, mientras subió el gasto del Estado en ayudas a empresas y familias afectadas por esta pandemia.
Mientras tanto, en Alemania, el PBI registró su mayor caída de los últimos 50 años, con un 10,1% también en el segundo trimestre, pero en la comparación interanual la baja ha sido del 11,7%. Como ya he mencionado, las exportaciones sufrieron una baja histórica cercana al 31%, un golpe muy fuerte para un país que lidera en Europa las exportaciones industriales, un sector que redujo su producción en un 26%.
Todo esto viene a relación con la posición de ciertos sectores de la actividad política argentina que rechazan de plano las intenciones del Gobierno de generar una nueva moratoria fiscal para empresas de todo tamaño y personas que se comienza a tratar en Diputados. Este proyecto del Ejecutivo incluirá deudas vencidas durante la cuarentena extendida por el coronavirus, facilidades de pago entre 6 y 10 años y un período de tres meses desde la inscripción.
La intención del Gobierno nacional es facilitar a las empresas y particulares rearmar su economía a partir de solucionar el ahogo financiero en que se encuentran miles de PyMEs, emprendedores y monotributistas. Esta medida atinada y oportuna, según nuestra visión desde la Federación Económica, enfrenta una fuerte crítica desde los sectores de la oposición, que le da un tinte político que a mi entender no lo tiene. Es una herramienta que venimos pidiendo para salir de la crisis, como han sido las ATP, la reducción de aportes patronales y créditos a tasas preferenciales.
Está claro que hay sectores que no quieren que al Gobierno le vaya bien, por lo cual critican cualquier medida que tenga como objetivo rearmar el país productivo para después de la pandemia. Como ha expresado Jaques Attali, el costo de la resurrección será muy alto; pero si todos nos ponemos de acuerdo sobre los objetivos básicos, sobre las herramientas necesarias y los instrumentos de política económica indispensables para facilitar y promover las inversiones y el trabajo, entonces habrá esperanzas.
Victor Hugo, del libro Los Miserables: “Todas las situaciones críticas tienen un relámpago que nos ciega o nos ilumina”. Los empresarios PyMEs queremos estar del lado de los iluminados.