Lise Bourbeau, autora y fundadora de la Escuela Escucha tu Cuerpo, escribió el libro “Las cinco heridas del alma que impiden ser uno mismo”
En su libro retoma la investigación del psiquiatra americano *John Pierrakos sobre las heridas del alma, médico y psiquiatra estadounidense, desarrolló el análisis bioenergético, una forma de psicoterapia de cuerpo y mente, junto a su colega Alexander Lowen.
En la investigación aborda miedos y traumas que no se pudieron asimilar en la infancia, con consecuencias en la etapa adulta, repitiéndose patrones y utilizando máscaras para protegernos del dolor.
Niños heridos. Según Lise Bourbeau: “Todos llevamos desde la infancia un niño herido que fue creciendo con traumas”. Las cinco heridas del alma más comunes y las Consecuencias.
Siente falta de aceptación por el padre del mismo sexo; traduciéndose en miedo al rechazo; se traslada al rechazo a sí mismo. Considera que no tiene derecho a existir, se percibe inútil, sin valor, por lo que se aísla del mundo físico y se interesa por el mundo mental e intelectual.
Busca hacerse invisible ante los ojos de los demás, tiene un cuerpo pequeño, delgado, asimétrico, con ojeras y con tendencias a sufrir problemas de piel, con ojos pequeños, voz baja y apagada.
Fue abandonado en la infancia, puede haber estado en contacto con sus padres, pero no de manera activa o presencial, lo que le hizo vivenciar cierto abandono. Se origina por el padre del sexo opuesto que no fomento apoyo ni sostén, ocasionando carencia afectiva.
Su actitud y comportamiento es dependiente, busca a toda costa atención, apoyo y sobre todo protección por parte de los que le rodean. Puede vivir victimizado, o enfermar para recibir atención.
Tiene un cuerpo largo, delgado, sin dinamismo, hombros caídos, espalda encorvada, cuerpo flácido, ojos tristes y caídos, voz infantil o quejumbrosa.
- Humillación/ Masoquismo emocional y mental
Sufrió constante desaprobación y crítica sobre sí mismo, causando baja autoestima y consecuencias graves en su apariencia y formas de relacionarse con el mundo. Surge a partir de los padres, uno o los dos, reprimían todo tipo de placer físico.
Es una persona muy sensual a la que le gustan los placeres asociados con los sentidos, pero que los rechaza por miedo a perder el control y a sentir vergüenza. Es muy servicial, come demasiado y a menudo atrae situaciones en público para sentirse humillado.
Tiende a subir de peso, tiene cara redonda, baja estatura, ropa muy ceñida, ojos redondos.
Quien tiene esta herida pudo haber sufrido una traición en la infancia construida por personas controladoras que lo querían someter. Surge a partir del padre del sexo opuesto que no respondió a sus expectativas y pierde la confianza en él, así ve a las personas del sexo opuesto.
Personalidad fuerte, le gusta controlar a los demás para que respondan a sus expectativas. No pasa inadvertido, busca ser especial e importante, tiende a ser intolerante e impaciente con las personas lentas. Seductor y manipulador. Le cuesta comprometerse con las personas del sexo opuesto.
Es una persona de hombros más anchos que las caderas, las mujeres tienden a tener caderas más anchas y fuertes, tiene fuerza en los muslos y piernas. Voz fuerte, mirada intensa y seductora.
Se origina en un entorno en el que los cuidadores o padres son fríos y autoritarios, sobre todo el del mismo sexo. Sienten que bloquean su individualidad.
Perfeccionista, quiere vivir en un mundo perfecto, por lo que se desconecta de su sensibilidad. No admite vivir problemas, sufrir fatiga o incluso malestar físico. Tampoco respeta sus límites, dado que no los siente.
Tiene un cuerpo bien proporcionado, derecho, rígido o partes del cuerpo muy rígidas. Tiene una apariencia muy cuidada, vientre plano, tez clara. Ojos penetrantes, brillantes y vivos. Voz seca.
Las heridas sanan cuando perdonamos, aceptamos, comprendemos, integramos y gestionamos nuestras emociones y sentimientos, pudiendo resignificar la lectura de circunstancias vividas y hacer las paces con los otros, nosotros y nuestra historia.
¡Elije vivir en libertad!