El viernes 26 fue el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, una jornada que sirve para tomar conciencia de la presencia de este flagelo.

En este tiempo en que la pandemia acapara la atención, entidades estatales y eclesiales no desvían la mirada y se encuentran con problemas que se agravan ante las circunstancias del aislamiento.

También se levantan las voces de aquellos que lograron salir, y hoy ven la vida como una nueva oportunidad para salir adelante y plantearse objetivos.

Advierten que el encierro por la cuarentena agravó la situación de las personas en consumo

^{Lo aseguró el padre Mario Franco, responsable de los Equipos de Prevención de Adicciones (EPA). Los efectos restrictivos de la cuarentena limitaron los abordajes pastorales a la problemática}

El padre Mario Franco, titular de los Equipos de Prevención de Adicciones (EPA) y sacerdote de la parroquia San Francisco de Asís, advirtió que el confinamiento de la cuarentena está generando situaciones de más vulnerabilidad para las personas que tienen problemas con adicciones. Incluso, reconoció que el consumo de drogas y alcohol se agravó por el encierro, especialmente en los más jóvenes.

Indefectiblemente, las condiciones de la pandemia y sus efectos restrictivos en medio de la cuarentena o confinamiento preventivo, perjudicaron y limitaron los abordajes pastorales de los distintos equipos interdisciplinarios que trabajan en la contención de adictos, desde los lineamientos religiosos de la Diócesis de Formosa.

Sobre esta nueva realidad, el sacerdote comentó a La Mañana: “Nos está costando el cara a cara con la persona en consumo; nos afecta muchísimo la cuarentena porque no logramos estar cerca para acompañarlo en este período”.

En este tiempo, las intervenciones son limitadas y los diálogos, esporádicos. Pese a esto, quienes trabajan en esta tarea pastoral están recurriendo al teléfono para mantener el contacto y el acompañamiento con la oración. La intención es que la familia se sienta acompañada.

“Lamentablemente -continuó-, cada vez es más difícil contenerlos y comprenderlos, justo en este momento que por el encierro y el aislamiento, el consumo se agrava y las consecuencias de las adicciones se profundizan”.

En este sentido, el padre Franco entendió que los jóvenes en situación de consumo están en una etapa de mayor exposición a los vicios y con un alto grado de vulnerabilidad por los efectos que causa el aislamiento social.

“Se nota a simple vista este escenario y se observa mucho más cuando actuamos en algunos casos para atender la problemática desde nuestro rol social y religioso. Con los equipos pastorales EPA y los distintos centros barriales de Hogar en capital y el interior, tratamos de alcanzar un mayor abordaje sobre el flagelo de las drogas, sumando profesionales y colaboradores en todos los circuitos asistenciales”, detalló.

Dónde se consigue ayuda

El equipo tiene puntos de atención en los barrios San Agustín, San Jorge y Virgen del Rosario, de capital. También en El Colorado y cuenta con un grupo en Las Lomitas. Se suman los centros barriales Hogar de Cristo en el barrio San Juan 1, otro en la manzana 80 del barrio Eva Perón, y en Ingeniero Juárez.

El padre Mario destacó a la Fazenda de la Esperanza, un espacio de contención y residencia de personas con adicciones, que sigue funcionando en la actualidad. Allí, ahora están residiendo “entre 5 y 6” jóvenes y adultos. También hizo mención de Narcóticos Anónimos, que funciona en la Iglesia Don Bosco.

“Para la corta edad que tenemos (el Equipo de Prevención de Adicciones), hay 80 personas en todos los equipos. Además, vamos incorporando voluntarios”, comentó. Amplió diciendo que mucha gente teme unirse al considerar que para trabajar con personas que sufren adicciones es necesario ser profesional, pero el sacerdote hizo notar que varios de los equipos se han iniciado con madres que acompañan a sus hijos o jóvenes rehabilitados.

El IAPA debió intervenir también en los centros de aislamiento preventivo

^{Su administrador, Marcelo Kremis, comentó que “surgen situaciones de síndrome de abstinencia” con personas con adicciones. El organismo sigue trabajando durante la pandemia, con adecuaciones}

El Instituto de Investigación, Asistencia y Prevención de las Adicciones (IAPA) se está dedicando a un trabajo especial en los centros de alojamiento preventivo para quienes ingresaron a la provincia.

Su administrador, Marcelo Kremis, comentó a La Mañana que “surgen situaciones de síndrome de abstinencia en personas que tienen una adicción, por eso está nuestro equipo que se dedica a esto en esos centros”, comentó a este Diario.

Dijo que “afortunadamente” esto no ocurre con muchas personas, pero que en algunos casos se ha tenido que realizar intervenciones terapéuticas que no se agotan cuando éstas terminen su período de cuarentena. En cambio, se las motiva a que continúen en los centros del Instituto.

Sin interrupción

El IAPA continúa brindando durante la cuarentena la asistencia a las personas que sufren este flagelo, con adecuaciones propias de las medidas sanitarias dispuestas por la Provincia.

Kremis contó que se privilegia la atención remota, siempre que sea posible, a través de llamadas telefónicas, whatsapp, videollamadas. “De esta forma, buscamos minimizar lo máximo posible la aglomeración de personas en los centros de tratamiento”, agregó.

Igualmente, se sigue brindando asistencia de manera presencial con turnos programados y se continúa trabajando en pequeños grupos, especialmente en los de recaídas, terapéuticos y familiares, con todas las medidas de bioseguridad.

Prevención

Por otra parte, el administrador lamentó que el aislamiento les impida continuar con el trabajo fuerte en la prevención que venían realizando en las escuelas de todos los niveles educativos de la provincia, con talleres para los estudiantes, capacitaciones para los docentes y para padres.

Para contrarrestar esto, junto a la UPSTI han desarrollado un aula virtual donde poder ampliar la formación en prevención de adicciones en el ámbito escolar.

“Me arrepiento cada día de haberme desesperado por buscar droga”

David tiene 27 años y logró dejar la cocaína y marihuana después de casi 18 años de consumo. En diálogo con La Mañana, asegura que se arrepiente “cada día” de haberse levantado sólo para buscarlas desesperadamente y encerrarse a consumir.

Conoció la droga cuando solamente era un niño de 12 años, a pesar de haber tenido una buena crianza, con padres pastores evangélicos y un hogar. “Mi desesperación solamente era encerrarme en un cuarto de cuatro paredes a tomar cocaína y fumar. Nunca tuve que robar; soy una persona trabajadora, pero que no avanzaba”, comentó.

Hace un año comenzó su recuperación, en coincidencia cuando inició una relación con quien hoy es su pareja. Su familia, que vive en Rosario, lo apoyó y él se fue a Clorinda para hacer lo mismo que hacía su padre desde la iglesia evangélica: “ayudar a la gente”.

“Conocer a mi pareja fue lo mejor que me pudo pasar: ahí hice ‘click’, me miré, me dije ‘tengo 27 años, todavía no logré nada y se me pasó la vida’. Pero todavía estoy a tiempo”, dijo a La Mañana.

Recibió asistencia en el instituto IAPA, donde conoció testimonios y reconoció que necesitaba ayuda. “Hay casos en que uno se pone en la mente (el objetivo) y puede, pero yo lamentablemente intenté miles de veces dejar solo, pero no. Necesitás ayuda profesional”, dijo al respecto.

Hoy su vida es distinta y así lo reconoce: “volví a nacer de nuevo y con una nueva mentalidad, la de llegar más allá de lo que quiero, porque mi mente estaba encerrada”.