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NDE RAMÍREZ

Bitácora de pandemia

En diálogo con Cronopio, el músico y productor Marcos Ramírez da cuenta de la naturaleza ecléctica de las composiciones y la gestación conceptual del último trabajo de NDE Ramírez; además, analiza el contexto actual de la industria musical en un momento tan extraordinario como el que determinan la pandemia y su consecuente aislamiento social, que detuvieron el globo y paralizaron toda actividad humana, salvo el arte, que no sólo sigue interpelándonos sino también hace las veces de bálsamo en medio de tanta incertidumbre



Por Washington


A resguardo en la campiña toscana, Giovanni Boccaccio echa mano a la escritura de su obra maestra, “El Decamerón”, en medio de la expansión de la peste negra en Italia a mediados del siglo XIV; con los teatros de Londres cerrados al público por la epidemia de peste bubónica a principios del siglo XVII, William Shakespeare trabaja sin cesar en “El Rey Lear” y sus tres hijas; discípulo de Klimt, un atormentado Egon Schiele paradójicamente inmortaliza a su maestro en su lecho de muerte por la llamada gripe española en 1918, enfermedad de la que también moriría él meses después.

De indudable naturaleza catártica y fuente de desahogo, el arte ha conformado también un registro de los hechos que han movilizado a la humanidad a lo largo de la historia. No hay razón alguna para no pensar que la actual pandemia surte el mismo efecto en nuestros músicos, escritores, pintores, bailarines… Confinados en sus hogares y aventurados a la introspección permanente desde hace algunos meses, su capacidad creadora y fuerza expresiva canalizan y traducen el imaginario monotemático de la pandemia.

Es en este contexto que nace “Chamamés de Encierro”, una suerte de bitácora localista que documenta y desnuda el día a día de los que perviven al margen de los discursos oficiales: el acceso a la educación remota, el rol del Estado benefactor, la realidad de los pueblos invisibles que escapan a la mirada urbana.
“NDE Ramírez”, en un trabajo conceptual de cuatro piezas netamente instrumentales, aborda una mirada integral del terruño, valiéndose también del aporte visual que las acompaña, además de retazos de audios de WhatsApp, recortes de mensajerías radiales y sonidos ambiente que trazan una imagen nítida de una aldea litoral en permanente cruce cultural desde uno y otro extremo del río Paraguay: la nuestra.

Esta vez en versión trío, a Marcos Ramírez -al frente del proyecto- se sumaron Juan Manuel Ramírez y el músico misionero Juan “Pico” Núñez, a partir de charlas sucesivas con el periodista mexicano Betto Arcos, en cuyo programa radial “Music Planet”, de la BBC de Londres, estos chamamés tuvieron su estreno el pasado 2 de mayo.

Luego de "Folklorama" (2004), "Bienvenidos a Villa Jardín donde nadie se enoja" (2010) y "T.R.E.E. - Trágico Robótico Erótico Exótico" (2013), este colectivo de artistas suma un nuevo trabajo que interpela desde un retrato localista pero íntimamente conectado con lo universal.

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En “Chamamés de Encierro” no sólo habla la música: hay un abordaje conceptual de este tiempo de confinamiento desde la imagen y retazos de audios que retratan cabalmente la realidad local. ¿De dónde nace la idea de este abordaje integral?

- “Desde que empezó la cuarentena, surgió la idea de producir algo en relación a esto. El impacto de la idea de pandemia en el mundo. Como ser humano y como gestor cultural, esta situación me interpeló y me pareció que había que opinar algo, compartir algo. No sabía que terminaría en un EP de música y la animación que surgió también, pero en ese momento. Lo cierto es que no me convencía tanto hacer algún concierto en vivo por las redes, así que me puse a activar más ‘para adentro’. Tocar la guitarra, dibujar y pintar. Esa sensación me llevó a producir muchas cosas sin terminar: dibujos, melodías videos que quedaron ahí. Pero cuando recibí la consulta de mi amigo Betto Arcos (periodista musical mexicano) sobre si había grabado algo durante el confinamiento, pues estaba haciendo una playlist sobre la temática, supe que era el momento de trabajar en algo más concreto y decidí armar esto. La música que salió nace en improvisaciones que grabé al comienzo de la cuarentena. Y después, a raíz de esta solicitud, terminé dándole una forma más concreta y conceptual. Igual, todo fue un poco casual, como accidental. Todo lo que vivimos desde que empezó la cuarentena termina tomando este matiz de accidente. Fue como que el mundo tuvo un accidente y nosotros con él”.

El EP fue previamente presentado en el programa “Music Planet” de la BBC de Londres, que conduce Betto Arcos. ¿Cómo fue trasladar un fresco tan localista a un público tan disímil?

- “Si bien lo armé para esas listas, no pensé mucho en quién lo iba a escuchar más allá de mi entorno cercano. En realidad, hace un tiempo que pienso que lo mejor que puede hacer uno ante cualquier pregunta es responder con lo que uno tiene a mano o lo que uno ha vivenciado. Y en ese sentido, simplemente seguí la línea de lo que vengo haciendo con la música, que es explorar el cruce o la fusión de los ritmos folklóricos con algunas influencias de rock o psicodelia. No hubo mucha estrategia en este caso”.

Todos los temas están despojados de la lírica, pero no pierden su fuerza semántica. ¿Cómo fue el proceso a la hora de componer estas piezas íntegramente musicales?

- “Como te dije antes, la música salió medio jugando con y en el encierro. Son varias sesiones de guitarras que grabé en el comienzo de la cuarentena improvisando un poco y después editando también. Creo que esa fuerza semántica la terminan dando los audios que abren cada tema. Como que esos audios crean la emoción que en todos los casos tiene esa ambigüedad de ser entre simpáticos y dramáticos por su realismo. Y luego la música toma ese clima ya instalado por las situaciones sociales que propone el audio y arranca a amplificar eso, ya jugando con eso a favor”.

¿Cómo se gestó un trabajo tan integral des­de el aislamiento de cada uno de sus integrantes?

- “Con mi hermano Juan Manuel Ramírez (que tocó las percusiones y los teclados, y además mezcló y masterizó) estamos en contacto de hace muchos años a nivel creativo. Y eso nos genera una dinámica muy fluida cuando trabajamos con ganas. Esto tuvo ese entusiasmo de querer ‘no aburrirse’ y salió todo muy orgánico. Creo que eso se nota un poco en la música. El tercer músico involucrado es Juan ‘Pico’ Núñez, un maestro bandoneonista con quien ya hace muchos años, algo así como en 2009, ya grabamos a distancia un tema llamado ‘Sales Dulce’, que se editó en nuestro primer álbum. Entonces, como ya había buena onda y hace poco nos vimos justamente cuando -de nuevo- el amigo Betto Arcos nos visitó, a raíz de todo esto decidí pedirle que grabe un track. No podría teorizar mucho más porque fue algo no muy pensando. Se fue dando”.

De un tiempo a esta parte, se detuvo el globo, como si toda actividad del hombre fuera suspendida. Menos el arte y su capacidad creadora. ¿Cómo analizan esta situación tan difícil de que los canales habituales de difusión artística estén paralizados?

- “Respecto a los canales de difusión, creo que ahí hay un punto de inflexión para los debates, porque eso que vos llamás canales son sólo un soporte más de un montón de energía creativa, pero no son lo único. Estos días escuché a un maestro de la gestión cultural llamado Octavio Arbeláez decir: ‘La vida pasará por la dinámica del cambio. Esto no es una revolución sino una reevolución, las personas tendrán nuevas prioridades y nuevas solidaridades. Hay que tener en cuenta la dimensión universal de cooperación, que somos capaces de crear nuevos discursos, que si no estamos juntos, ¿qué podemos hacer juntos? Respecto de lo digital, tenemos que apropiarlo / explotarlo, pero también apuntar a trascenderlo. Desde lo cultural podemos atravesarlo todo’. Todas estas palabras me quedan como una mirada positiva sobre tanto tremendo drama con tantas aristas y realidades que tiene cada sector de la sociedad. Vamos, desde la cultura y el consumo cultural, hacia lo híbrido, la mezcla. La experiencia hay que pensarla desde ahí. Conversando con unos colegas que organizan festivales de música, pensábamos que nadie quiere proyectar un evento donde tengamos que estar a dos metros de distancia cada uno, por seguridad. Pero creo que como productores de conciertos, queremos hacerlo en el marco legal. Y si este llegara a ser el protocolo, el desafío es pensar lo que podemos hacer en esos dos metros de distancia para conectar a la gente o para seguir narrando lo que está pasando en el escenario. Toca ponerse más creativo de lo normal. El gran tema es que en esta situación de nuevos protocolos, de alguna forma se agranda la brecha de las producciones más under, que además del backline, la técnica, la promo, tenga también que meter en modestos presupuestos todo lo necesario para cumplir con una idea de seguridad sanitaria. Se vienen momentos difíciles y de adaptación”.

¿Cómo toman la decisión de SADAIC de arancelar los recitales vía streaming? ¿Hay una letra chica al respecto que aclare un poco las cosas?

- “No soy un experto en el tema, pero hace rato que, como otros tantos músicos, percibo la idea de que esa falta de claridad sobre ciertos mecanismos de distribución de ciertos recursos y cierta burocracia extrema en cuestiones de dinámica y flujo del registro de las obras tiene que actualizarse y transparentarse. Cómo percibe a la realidad musical del país una institución como SADAIC para comunicarse así, como comunicó lo del streaming, habla de que la gente que maneja esa institución vive en otro planeta, que después de habernos hecho socios, como borregos que van directo al lugar que nos dicen, desconociendo otras alternativas, no nos pueden tratar así. Es importante que haya una mesa sectorial musical nacional a la brevedad. Porque hasta hace poco, el debate pasaba por el acceso al producto cultural por parte de la audiencia. Pero ahora también estaría bueno pensar en los hacedores y trabajadores de la cultura que quieren institucionalizarse, formalizarse y producir con reglas equitativas adaptadas a su realidad. Porque está comprobado, después de este episodio pandémico, que la música y los que la producen somos parte del recurso estratégico clave para la recuperación del pueblo, que es el ánimo. Nos tiene que valorar como ‘agricultores de ánimo’. SADAIC se transformó con este tipo de anuncios de arancelar los streaming (aclaro que después se desdijo y quiso aclarar, pero yo hablo del hecho de la primera comunicación) en un ejemplo de lo que es no tener empatía con la cadena de valor de la música. Todos estamos a favor de que se recaude y se proteja al autor y al compositor, y al intérprete y a toda la cadena de valor, pero no estamos de acuerdo en que eso sea en términos de un monólogo inconsciente que no tiene noción de que hay un montón de emprendimientos culturales donde ese 12% no termina de volver nunca en acción cultural efectiva”.

¿Cómo avizoran la situación de la industria musical post-pandemia?

- “Una incertidumbre, pero tenemos esperanza. En cualquier caso, el Estado será clave para decidir cómo y cuándo volvemos. Como dije antes, creo que será una época de híbridos entre lo virtual y lo real. En la parte más emergente, lo virtual será como un lugar de oportunidades de difusión, un espacio de generación de recursos y de ideas. Y para los más prolijos en emprendedurismo digital, será también para facturar un poco. Lo ‘real’ o lo no virtual será un lugar de batalla para los que queremos militar un poco ese ‘re encuentro’ pendiente con los espacios públicos y un trabajo más de gestión cultural. Pensemos en las nuevas realidades no sólo desde la virtualidad. Y el reclamo permanente por que tengamos un importante papel en la reconstrucción”.

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CONFINADOS EN EL ARTE


1 / “Para hacer la tarea”
“Una madre o tutora reclama conciencia a la maestra sobre la cantidad de tarea y la falta de tecnología adecuada para poder cumplir con ella. Se nota que le habla a la maestra, pero también a todos los del grupo de WhatsApp de padres. Una revolucionaria buscando consenso. Desde lo musical, el tema tiene como un ritmo más estoico y menos misterioso que los otros tres temas. Es el menos introspectivo. Como la cuestión del andar, del hacer y quizá de la marcha y del reclamo”.


2 / “Para pensar en tu ex”
“Víctor, el que habla, está plan-teando dividirse los 10 mil de ANSeS a raíz de no tener al día el papeleo y, por figurar que todavía está casado con Nati, no poder acceder al beneficio. Se nota un tono amable al comienzo del audio para después dejar ver un reclamo y hasta un pedido de auxilio. Esa angustia final queda flotando en el aire y el tema refleja eso. Acordes sueltos y luego un rasguido folkrockero. Es como el más abstracto de los temas”.


3 / “Para cortar los barrotes”
“Para este tema usé un audio que tenía de antes de este episodio pandémico. Servicios a la comunidad de Mensajería Rural de Radio Nacional Formosa. La voz del famoso locutor local Eduardo Cuevas invita a un nombre que no se menciona a bajar a Formosa a conocer a su hijo recién nacido. Me imaginé un hombre en cautiverio sin la posibilidad de reaccionar a esta invitación por estar encerrado. Y ahí le agregué una guitarra que simula el corte de barrotes. El acordeón lo pusimos después, haciendo unos ostinatos rítmicos y unos arreglos”.


4 / “El Valor de la Vida”
“Este audio llegó al grupo de la familia y me causó mucha gracia el planteo, porque esos días en mi casa también charlamos ese tema. Sobre a quién le toca salir y exponerse por el bien de los otros. La canción es la única que tiene batería y trata de tener un beat que remita a una caminata con cierto swing por el barrio. Incluí un ambiente de sonido de una plaza con niños jugando a modo de paisaje imaginado”.

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El ROL DE LA MÚSICA

“No sé si lo dije en otra nota en este mismo medio. Pero quizás por mi profesión, además de músico, de comunicador visual, le doy mucha importancia a los slogans. Y siempre pienso en los slogans que nos atraviesan como sociedad. En la formoseña en lo particular. Cuando leo los carteles que dicen ‘Queda mucho por hacer’, siempre me digo que también ‘Queda mucho por SENTIR’. Y en eso, la música no sólo es vehículo para lograr ese nuevo sentimiento (de pertenencia, de identidad, de autoconocimiento), sino que puede ser la herramienta para generar un nuevo polo productivo. El turismo era una política de Estado antes de la pandemia. Ahora, con el nuevo paradigma, quizás sea obsoleto pensar en eso como un recurso estratégico. Quizás la música pueda compartir ese lugar. La música como creadora de valor, para la construcción colectiva de nuevos imaginarios.
Creo que hay que destacar el valor de la música en la ecuación de la salud y el goce de la comunidad. Es un valor estratégico, un recurso. Por supuesto que nosotros, en Latinoamérica, apenas lo estamos descubriendo como para pensarlo como industria. Pero eso, lejos de ser una desventaja y pensarnos ‘subdesarrollados’ nos tiene que motivar a aprovechar esa semi-industrializacion para dejarnos en un lugar más sano y más útil como creadores de sentido, portadores de mensajes y -lo principal- creadores de nuevas narrativas comunitarias. Y como dice el maestro Arbeláez, nuevas solidaridades”.



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