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¿Cuidamos a nuestros adultos mayores?

Una columna de Tona Galvaliz



“No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hagan. No des a los demás lo que no te darías”

Cuento -Autor anónimo-

¡Pobre abuelo! Había pasado la vida trabajando de sol a sol con sus manos; la fatiga nunca había vencido la voluntad de llevar el sueldo a casa para que hubiera comida en la mesa y bienestar en la familia.

Pero tanto trabajo y tan prolongado, pasó su factura: Las manos del anciano temblaban como las hojas bajo el viento de otoño.

A pesar de sus esfuerzos, a menudo los objetos se le caían de las manos y a veces se hacían añicos al dar en el suelo.

Durante las comidas, no acertaba a llevar la cuchara a la boca y su contenido se derramaba sobre el mantel.

Para evitar tal molestia, procuraba acercarse al plato, y éste solía terminar roto en pedazos sobre las baldosas del comedor. Y así un día tras otro.

Su yerno, muy molesto por los temblores del abuelo, tomó una decisión que contrarió a toda la familia: desde aquel día, el abuelo comería apartado de la mesa familiar y usaría un plato de madera; así, ni mancharía los manteles ni rompería la vajilla.

El abuelo movía suavemente la cabeza con resignación, y de vez en cuando enjugaba unas lágrimas que le resbalaban por las mejillas; era muy duro aceptar aquella humillación.

Pasaron unas semanas y una tarde, cuando el yerno volvió a su casa, encontró a su hijo de nueve años enfrascado en una misteriosa tarea: el chico trabajaba un pedazo de madera con un cuchillo de cocina.

El padre, lleno de curiosidad, le dijo:

-¿Qué estás haciendo, con tanta seriedad? ¿Es una manualidad que te han mandado hacer en la escuela?

- No, papá - respondió el niño.

- Entonces, ¿de qué se trata? ¿Me lo puedes explicar?

- Claro que sí, papá. Estoy haciendo un plato de madera para cuando tú seas viejo y las manos te tiemblen.

Y así fue como el hombre aprendió la lección y, desde entonces, el anciano volvió a sentarse a la mesa, con toda la familia.

La vejez

Es un proceso fisiológico humano, dinámico, gradual, natural e inevitable; donde se producen cambios físicos, psicológicos, emocionales, sociales...

Los avances de las industrias, la tecnología entre otras cosas, han provocado que las personas mayores dejaran de ser tenidas en cuenta como fuente y transmisores de sabiduría.

Hay quienes equiparan al adulto mayor con los niños, por cuanto disminuyen sus capacidades físicas y mentales, esto es un grave error.

¿En nuestra familia y comunidad qué lugar damos a los adultos mayores? ¿Afectivamente cómo nos relacionamos con ellos? ¿La ancianidad es sinónimo de carga, de estorbo económico o social? ¿Le damos voz, visibilidad y cuidados?

La vejez debe ser valorada como una etapa que se caracteriza por el cúmulo de experiencia, trayectoria y sabiduría y no por las pérdidas o deterioro.

¿Sabías que los japoneses muestran un gran respeto por sus mayores como constructores de la sociedad, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial?

Sé que estamos muy lejos en cómo se comporta Japón con sus mayores; siendo el país que más respeto y veneración manifiesta a sus viejitos.

El tercer lunes de septiembre es para ellos un día festivo, denominado Día del Respeto a los adultos mayores (Keir? No Hi). Ese día honran a sus ancianos.

En su educación sensibilizan a la población sobre la importancia de la experiencia de vida de estas personas, quienes han servido, construyendo y colaborando con la sociedad durante muchos años, transmitiendo su legado a los más jóvenes”.

¿Consideras que procuramos lo digno y de calidad para nuestros adultos mayores? Ej: jubilación, prestaciones, obras sociales, atención general, asistencia jurídica, sanitaria, formación de grupos de apoyo, alfabetización en el uso de tecnologías, etcétera?

¿Cómo valoras la vejez? ¿Cómo te gustaría ser considerado y gratificado cuando llegues a esa etapa? ¿Qué haces hoy para construir esa realidad?

“Los adultos mayores nos han entregado todo .Son los cimientos de nuestra sociedad, hacen por nosotros más, de lo que la mayoría de la humanidad puede darse cuenta”.

Valorarlos, honrarlos, respetarlos, atenderlos y entregarles todo nuestro amor y gratitud es una deuda y deber moral.

Te mando un beso inmenso



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