pixel facebook
Jueves 25 de Abril de 2024

24 ° C Clima

Logo Editorial


QUINTAESENCIA

La maldición original



Cuando el hombre paró de correr, notó que ya no llevaba el cuerpo de su hijo en brazos. En algún momento del largo recorrido de días y días, perdió el sentido y lo soltó. El terror de la sangre y los gritos lo perturbaban, el temor a la muerte que aún estaba tras sus pasos, la tristeza que quebraba sus últimas esperanzas en la vida.

Las tropas llegaron a la comunidad y acabaron con todo. ¿Qué tendrían que ver ellos con la lucha de tierras que ya no le pertenecían? Fueron humillados, maltratados, los utilizaban como esclavos, y todavía tenían que reclutarse en guerras de otros. Nunca nada fue suficiente, siempre los vieron como si sobraran en la tierra; en algún momento esto era lo que iba a pasar.

Cayó al suelo deshecho, y en un letargo empapado en sangre, a su cabeza vino la justicia como si fuera dictada por sus mismos antepasados. Vio sus rostros, sus ritos, recordó su cultura y habló con sus dioses.

Al levantarse, tomó primero aquello que le fue impuesto por la fuerza: la Biblia, una que siempre llevaba cerca por miedo a dioses ajenos. Abrió el libro y seleccionó una página que le hicieron aprender de memoria, para tomar de ella una de sus más grandes maldiciones y echárselo a todo ese ganado de demonios blancos.

Con una terrible sed de venganza, hizo uso de las viejas enseñanzas. Buscó un tronco fuerte de algarrobo y talló en él la maldición. La redujo a sólo aquello que cualquier hombre temería para su pueblo, aquello que sin piedad le hicieron a su gente. Les devolvió el favor, para que sus hijos sepan cómo sufren los pueblos cuando están bajo el yugo de brutos desalmados:
“Por no obedecerme, yo mismo los castigaré con un terror repentino, con enfermedades y con fiebre que los debilitarán, les harán perder la vista y acabarán con su vida.

En vano sembrarán su semilla, porque se la comerán sus enemigos. Yo les negaré mi favor, y sus adversarios los derrotarán. Sus enemigos los dominarán, y ustedes huirán sin que nadie los persiga.

Yo quebrantaré su orgullo y terquedad. Lanzaré sobre ustedes fieras salvajes, que les arrebatarán sus hijos y destruirán su ganado. De tal manera los diezmarán, que sus caminos quedarán desiertos.

Los dispersaré entre las naciones: los perseguiré hasta dejar desolada su tierra y en ruinas sus ciudades. Entonces la tierra disfrutará de sus años sabáticos todo el tiempo que permanezca desolada, mientras ustedes vivan en el país de sus enemigos.
Pero si confiesan su maldad, y la maldad de sus padres, y su traición y constante rebeldía contra mí, y si su obstinado corazón se humilla y reconoce su pecado, entonces también me acordaré de la tierra”.

Por último, para terminar el rito, preparó su sacrificio. Él mismo se ofreció como tributo de sangre para la tierra. Abrió un hueco en el suelo y puso su tablilla. Se acostó junto a ella, se cubrió con ramas y hojas, y antes de tomar su vida con una piedra filosa, pegó el último grito al cielo, deseando mantenerse en la tierra para atormentar a quienes la irrespetaban, a quienes dañaban a los inocentes y arremetían contra la verdad.

Murió… y a los tres días, una sombra negra salió del pozo escondido, arrastrándose hacia la comunidad que estaba naciendo a orillas del río Paraguay.

Eliana Pérez



Comentarios
Los comentarios publicados al final de cada nota son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden generar sanciones legales. La empresa se reserva el derecho de moderar los comentarios y eliminar aquellos que sean injuriosos o violatorios de cualquier legislación vigente.
Todos los Derechos Reservados © 2024 Editorial La Mañana

La Mañana
RSS
Sitemap

Redes Sociales
Facebook
Instagram
Twitter

Miembro de
Logo Adepa
Adherente a Programas
ONU mujeres

Logo Footer