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INFORME EXCLUSIVO

Historial de epidemias, cuarentenas y controles sanitarios en Formosa

El investigador Marcos Molares brindó detalles acerca de los antecedentes que existen en Formosa en materia de epidemias y otras emergencias sanitarias



Primera Parte


Al ser consultado por Cronopio acerca de los antecedentes históricos de epidemias, pandemias y brotes de enfermedades infectocontagiosas en Formosa, el abogado e investigador Marcos Raúl Molares, autor de la “Historia General de Formosa”, brindó un exhaustivo informe al respecto, haciendo transcurrir su relato desde la fundación de esta ciudad, hasta las primeras décadas del siglo pasado, a la vez que explicó qué tipo de medidas sanitarias se aplicaron para enfrentar las contingencias.
“En Formosa, en el año inaugural de su fundación, la población en general fue castigada por una epidemia de paludismo. También, la franja etaria infantil sufrió el síndrome de Krupp. Entre mayo y junio de 1879, la colonia estuvo de luto por muchos casos fatales que se registraron. Se recurrió a la tarea preventiva, el aislamiento individual y el suministro de medicamentos”, indicó Molares a este Suplemento.
“Al año siguiente, la viruela negra y el tifus hicieron estragos en la villa. Muchos pobladores e indígenas fallecieron a partir de julio de 1880. Mediante la Corporación Municipal -órgano embrionario de la futura Municipalidad-, se crearon Comisiones Sanitarias integradas por vecinos del poblado, que ejercían ‘la vigilancia y control de la salud’”, agregó.
“En 1881, nuevamente el paludismo brotó, agrediendo a la población civil y militar, causando víctimas mortales. La quinina se utilizó en demasía, en esa oportunidad, como remedio para la curación de la dolencia, y la cuarentena fue una medida de prevención para el flagelo. Para el año 1884, la insalubridad en la villa iba en aumento. Uno de los mayores núcleos de contagios de distintas enfermedades era el cuartel de la guarnición militar: su tropa contraía dolencias durante sus patrullajes por zonas endémicas e inhóspitas”, detalló.
Luego, Molares contó: “En el año 1888, frente la amenaza de cólera y de otras enfermedades infectocongatiosas, la Comuna de Formosa formó una Comisión Municipal Honoraria de Higiene, integrada por el médico Pedro Morelli, funcionarios y vecinos de prestigio”.
“En 1889, a consecuencia de una epidemia de viruela, se cerró el Puerto de Formosa, quedando aislada la villa a partir del mes de octubre. El Gobierno nacional instaló una Estación Sanitaria en la Isla del Cerrito. A fin de año, nuevamente Formosa fue aislada, clausurándose su puerto, cuando estalló el brote de fiebre amarilla en Corumbá -Brasil-, con riesgo de extenderse a la zona”, especificó.
A continuación, el profesional recordó que durante 1895, se tomaron medidas profilácticas ante el peligro de la propagación del cólera, frente a la confirmación de casos en Rosario y Colastiné, pero que a su juicio, la situación alarmante se vivió en 1899, cuando se comprobó la existencia de focos sospechosos de peste bubónica en Paraguay.
“Fue así que se decretó, nuevamente, el aislamiento del Territorio de Formosa, sobre su franja ribereña, al clausurarse todos sus puertos e instalándose un cordón sanitario en todos los puntos poblados sobre la costa del río Paraguay. Se suspendieron las clases en todas las escuelas del Territorio”, puntualizó.
“En noviembre de ese año, se aisló una manzana céntrica del pueblo, por un caso sospechoso. De los tres niños afectados por la peste, solamente uno sobrevivió. Se habían clausurado escuelas e instalado un lazareto en un paraje cercano al pueblo. Las cuarentenas y aislamientos se aplicaron desde septiembre hasta fines de noviembre de 1899”, relató.
Por otro lado, Molares afirmó que para agosto de 1902, medios gráficos de Buenos Aires sostenían que en Formosa existía una epidemia de fiebre tifoidea, y se publicaba una cifra de defunciones que habría causado la tos convulsa. La Gobernación desmentía la gravedad de la situación.
Al año siguiente, siguieron las publicaciones con el mismo tenor, manifestando que el servicio médico prestado en el Territorio era deficiente y que muchos de sus pobladores fallecían por no tener asistencia sanitaria, conforme la investigación de Molares.
“En 1910, se produjeron muertes de vecinos a raíz de enfermedades sospechosas. Los médicos no acertaban con el diagnóstico. Hablaban de ‘la peste’. La sintomatología era parecida a la de la peste bubónica. Durante este año se produjeron brotes en dos lapsos de tiempo. Finalmente los casos mermaron y la calma regresó a la población. Nuevamente hubo aplicación de cuarentenas, prohibición de espectáculos públicos y de reuniones masivas, cierre de escuelas y aislamiento de enfermos de ‘peste’ o con sintomatología sospechosa”, sostuvo el investigador.
“Las infecciones virales fueron una constante en la zona y en el país. Las amenazas no cesaban. En los años 1918 y 1919 se produjeron numerosos casos fatales, a consecuencia de la gripe española. Esta pandemia atacaba al territorio formoseño por dos frentes: primero por Paraguay y luego por Salta”, dijo el escritor.
“No existen estadísticas epidemiológicas de esa época para los Territorios Nacionales de Formosa, Chaco y Misiones, que fueron los más afectados en ese entonces, además de las provincias norteñas colindantes. Hubo prácticas sanitarias de urgencia, como cuarentenas y aislamientos por sectores urbanos; pero, en verdad, los médicos hacían lo que podían con los pocos conocimientos que tenían sobre la etiología de la enfermedad al momento de su manifestación. En el año 1919, se calcula que la cantidad de fallecidos por la gripe se duplicó, en base a las comparaciones con cifras estadísticas del Censo Nacional de 1914 e informes censales locales del año 1925. Muchos de ellos serían víctimas de la pandemia”, reveló Molares.
Asimismo, el autor aseguró que el gobernador del Territorio de Formosa, Juan José Comas, en su memoria correspondiente al año 1919, reconocía que “(…) la mortalidad, en proporción al aumento de población, es mayor a la de años anteriores y tiende a aumentar, en vez de disminuir (…)”. Recién a fines de ese año se atenuaron los efectos de la gripe española en el Norte Argentino, para desaparecer completamente al año siguiente.
Por último, en relación a la gripe española, y su desarrollo, Marcos Molares aclaró: “Primero, la pandemia se había propagado hacia el Norte del país, entre octubre y noviembre de 1918, conformando esto la llamada ‘primera ola’. Hubo una pausa hasta julio del año siguiente, aproximadamente, cuando rebrotó con el comienzo del duro invierno como ‘segunda ola’, y se extendió desde Salta hacia las provincias del Litoral, Centro y Sur. La incidencia en los Territorios Nacionales del Norte fue notoria, aunque no se conozcan, hasta ahora, cifras exactas de afectados y de víctimas fatales”.



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