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¡Bien argentinas!



Por la pandemia, el feriado se adelantó. Pero el día de Malvinas es hoy, 2 de abril, cuando se recuerda el 38° aniversario del desembarco argentino en las islas. En honor a los veteranos y a los caídos en aquella guerra, La Mañana dedica hoy esta columna a refirmar nuestros derechos soberanos sobre esa “hermanita perdida” a la que supo cantarle don Atahualpa Yupanqui rogando que “vuelva a casa”.

El 3 de enero último, se cumplieron 187 años de la usurpación de Malvinas por el Reino Unido; período durante el cual nuestro país ha formulado innumerables reclamos al invasor. Además de recalcar que las islas son argentinas, se ha hecho hincapié en la necesidad de cumplir con las resoluciones 1.514 y 2.065 de la ONU, que reconocen el principio de integridad territorial de la Argentina y la existencia de un conflicto de soberanía que debe solucionarse pacíficamente por la negociación diplomática.

En todo este tiempo, Gran Bretaña no ha hecho más que demostrar su falta de predisposición al diálogo, reiterando una y otra vez que “la soberanía sobre las islas Malvinas (Falklands para ellos), no se negocia” y amenazando con que las defenderá, si es necesario, con el uso de la fuerza.

Esta situación requiere, antes que nada, comprender que “la cuestión Malvinas” no es algo que hace sólo al sentimiento nacional, sino que las islas son parte del territorio argentino y que tenemos legítimos derechos sobre ellas. La Argentina nunca usurpó territorio inglés y menos aún ha sido país agresor.

El 6 de enero de 1820, el coronel David Jewett realizó formal toma de posesión de las Malvinas en nombre del gobierno de Buenos Aires. Los ingleses, en principio, reconocieron ese acto de gobierno, pero el 3 de enero de 1833 se apoderaron injustamente de las islas, a pesar de sendos reconocimientos tácitos previos de la soberanía argentina: a) cuando en 1823 no hicieron observación alguna respecto a la totalidad de nuestro territorio y b) cuando en 1825, al firmarse el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, no hicieron ninguna reserva a nuestra soberanía sobre territorio malvinense.

Resultan válidas, pues, todas y cada una de las reclamaciones de afirmación de la soberanía argentina sobre las Malvinas efectuadas por los distintos gobiernos desde 1833 en adelante, ante un país que sólo puede alegar como base de su pretensión dos hechos: la usurpación ilegítima en 1833 y haber ganado la guerra en 1982, demostrando al mundo que lo que prevalece, para ellos, es la fuerza, y no la razón.

Vayamos, finalmente, al “Informe del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes”, Sir Anthony Kershaw, luego de escuchar, en 1983, a destacados especialistas en Derecho Internacional: “Estamos obligados a concluir que las manifestaciones y pruebas presentadas se inclinan a favor de los títulos argentinos sobre las islas Falklands... Esta conclusión se apoya no sólo en las pruebas proporcionadas, sino también en las dudas repetidamente expresadas por los funcionarios británicos durante la primera mitad de este siglo”.

Otra prueba cabal de que las Malvinas son ¡bien argentinas!



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