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Palos en la rueda



La psicosis colectiva alrededor del coronavirus -que según datos oficiales aún no registra ningún contagio en nuestra provincia- hizo olvidar a muchos formoseños el peligro que sí está presente en nuestro territorio desde hace años y que en los últimos meses ha producido cientos de enfermos: el dengue.

El Nordeste argentino sigue siendo el principal foco del dengue, pero provoca una enorme preocupación que los casos se hayan extendido como nunca a otras regiones, incluidas aquellas que incluyen a los distritos más grandes y pobladas del país.

No obstante, el panorama es mucho más alarmante en provincias de frontera como la nuestra, donde a los casos importados del Paraguay se le suman los “autóctonos”, es decir, aquellos que confirman -sin duda alguna a esta altura- la existencia local de mosquitos infectados con el virus del dengue, que incluso ya ha costado algunas vidas.

Pese a la grave situación, miles de formoseños siguen haciendo caso omiso o toman con liviandad las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Peor aun, están aquellos que les niegan a los brigadistas la posibilidad de fumigar sus patios y jardines, impidiendo con ello llevar tranquilidad a los propios vecinos.

En efecto, quienes a diario llevan adelante la ardua tarea de combatir al Aedes aegypti casa por casa, tropiezan con la intransigencia de personas que, con distintas excusas se resisten a franquearles el paso. Un acto decididamente irracional en momentos en que el dengue ataca con fiereza.

La Mañana no sólo ha tomado conocimiento de varios de estos casos sino que ha sido testigo de algunos, así como del llamado de atención que suelen recibir quienes se empeñan en obstaculizar el trabajo preventivo. “Tendremos que dar aviso a las autoridades sanitarias”, es la frase que se repite, aunque no en todas las oportunidades en que resulta necesaria.

Suma preocupación saber que no se actúa siempre con el mismo criterio ante los negadores del peligro que esconden determinados rincones de muchas viviendas formoseñas. Cada caso debería ser informado puntualmente, cosa de tomar medidas y no tener que andar salteando eslabones en la cadena de prevención. Un patio, una terraza, un jardín que no se fumigue, puede ser el disparador de la enfermedad en una cuadra y afectar a muchos vecinos.

Por eso, además de insistirse con las fumigaciones, es necesario reforzar el monitoreo aédico en la provincia, para evitar reacciones insensatas de parte de formoseños que evidentemente todavía no han asumido los riesgos de la propagación del dengue.

Los promotores de salud no solamente deben visitar los hogares en busca de criaderos, con el fin de obtener muestras de agua para medir la proliferación de larvas del mosquito transmisor, sino denunciar con nombre, apellido y dirección a quienes ponen palos en la rueda a este accionar preventivo.

A pesar de ser una de las tres provincias sin contagios de coronavirus hasta el momento, Formosa no puede de ningún modo relajarse en la atención de esta pandemia. Menos aún, en el caso del dengue, dejar que unos pocos inconscientes pongan en peligro al conjunto.



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