En estas últimas semanas, el coronavirus puso en jaque todos los paradigmas relacionados con las teorías de la libertad y el capitalismo. Llegó acompañado del pánico, del terror y de la muerte, colapsando con los sistemas de salud de países del primer mundo y generando desconcierto y pánico en toda la humanidad.

Los noticieros, las redes sociales y la prensa mundial dan cuenta de que este virus ha cambiado totalmente los parámetros de nuestra realidad, convirtiéndose en la pandemia del miedo, en la cual la libertad tan publicitada se convirtió en temor y desconcierto. Si a todo esto se suman las consecuencias que tiene sobre la economía mundial, el panorama se presenta muy poco alentador.

Así lo demuestran las ciudades vacías, los pueblos aislados y el hombre preso en su propia libertad. Indudablemente esta paradoja se ha convertido en una oportunidad para pensar y reflexionar sobre el significado de esta palabra “libertad”, es decir si verdaderamente somos libres o sólo somos sirvientes de un amo que nos inyecta un poco de placer para robarnos la felicidad.

Por primera vez en nuestra historia reciente, estamos viviendo una epidemia a tiempo real ya que los medios de comunicación en todo el planeta hablan del coronavirus y las repercusiones que tienen en la caída de la bolsa del mercado mundial, que prácticamente se viene desplomando.

En este contexto, todo parece nada y hasta la libertad nos parece una quimera, ya que no solamente nos sentimos en un constante peligro sino también ansiosos, inseguros en impotentes ante una realidad desconocida y avasallante que puso en jaque la seguridad mundial.

Está sucediendo todo lo que muchas veces vimos en películas o series y que nos parecía tan lejano e irreal. Sin embargo, hoy chocamos con una realidad ante la cual nos sentimos desprotegidos y obviamente vulnerables.

Seguramente para junio o julio de este año, el virus estará controlado, aunque no los efectos que inyectó en la sociedad mundial, porque más allá de los efectos residuales en la salud humana, quedará una herida en nuestro sistema político mundial que achicará más las libertades individuales, ahora con la excusa de la salud mundial.

Los tiempos que se vienen son de cambios y hay que estar preparados para ser los portavoces populares de estos cambios. Esta pandemia pone en jaque todo el sistema y es hora de repensar todo y actuar en consecuencia.