En una extensa y profunda entrevista con la mesa periodística de La Mañana en Vivo, la hermana Martha Pelloni reflexionó sobre la violencia instalada en los jóvenes y la impunidad como modelo dominante de feudos anclados en el poder. Además, habló de desigualdad y la pobreza en el norte del país, con críticas a la clase política por la falta de “consideración” para revertir el desequilibrio social.
En el inicio de la entrevista telefónica, Pelloni utilizó el crimen de Fernando Báez Sosa para analizar las causas que desencadenan un emergente modelo de violencia en los jóvenes, donde la vida no tiene valor y el poder se magnifica con ejercer el mayor daño hacia el prójimo.
“Es un tipo de violencia que no teníamos hasta ahora, y se descubre con estos hechos recientes, donde el placer está depositado en hacerle daño a otra persona hasta matarla. Hay un goce por el placer mismo de darle muerte, y esto es muy grave. La justicia tendrá que ser ejemplar para todo el país porque no sabemos en qué puede terminar una escalada de esta característica”, manifestó.
En su análisis, la religiosa observó que “este contexto de agresividad está anclado, en muchos casos, a un sistema de dominación y encubrimiento por parte de una clase de la sociedad que se siente dueña del poder, como feudos que se perpetúan en las instituciones sin tener la reserva de que fueron elegidos por el propio pueblo”.
Para erradicar o revertir esta tendencia violenta, Pelloni reconoció que la familia es el primer ordenador social: “Hoy podemos hablar de una destrucción de esta institución. Es la primera comunidad educadora y sin embargo aceptamos o normalizamos su desintegración, con niños sin una educación normal y ejemplificadora por parte de sus padres. Tenemos que empezar a reconstruir este núcleo para formar personas dignas y con conductas acertadas”, agregó.
Norte empobrecido
En otro orden, la hermana Polloni manifestó su preocupación por el grado de desigualdad social en el norte del país, con una crítica a la clase política por la falta de atención a los sectores más vulnerables.
“Tenemos que aceptar la pobreza en el país, especialmente en el norte, donde está más marcada la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen, porque la clase media ya fue desapareciendo”, dijo.
Y agregó: “La desigualdad es extrema que ya llega a la falta de dignidad humana por la desatención de los dirigentes y gobiernos. Todo parte de la consideración de los gobernantes de cómo miden la justicia social. En un momento de urgencia, acepté y apoyé los planes sociales, pero no podemos seguir viviendo de ellos si queremos recuperar la cultura del trabajo, que ya se perdió”.