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"COSQUÍN ROCK 2020" - EDICIÓN ESPECIAL

Cupo para todos y todas



Por Washington (enviado especial)

Si hablamos de cultura rock como una expresión popular que busca subvertir ciertas convenciones establecidas de manera arbitraria y a la altura de las demandas sociales, no podemos pasar por alto la enorme lucha de las mujeres por ocupar espacios de poder que les han sido negados históricamente. Esta férrea batalla por lograr un verdadero cambio cultural se da de manera simultánea en numerosos flancos del feminismo, movimiento desde el cual toman impulso un sinfín de reclamos. Uno de ellos tiene que ver con la necesidad de que más mujeres ocupen lugares en las grillas de los festivales de música que tienen lugar en el país. Como respuesta a esta demanda, la Ley de Cupo Femenino, sancionada el pasado 20 de noviembre, exige asegurar el 30 por ciento de participación femenina en los espectáculos.

Cumpliendo con esta necesidad imperiosa, por primera vez el “Cosquín Rock” alcanzó -y superó- en su line up ese 30 por ciento de figuras femeninas exigido por ley y muchas mujeres tuvieron la oportunidad de mostrar su arte en cada uno de los ocho escenarios simultáneos en esta edición del festival.

Para todos los géneros y estilos, el rol de las mujeres en esta oportunidad fue de suma importancia, con artistas emergentes y de extensa trayectoria nacional e internacional.

Precalentando el ambiente para Mon Laferte, Nathy Peluso pisó fuerte en el escenario “Sur” y dejó en claro su naturaleza de chica mala y crossover excepcional: “Soy una nena mala, una droga asesina (…) Soy el diablo si quiero, un ángel del cielo”, decía en “Business woman”, reivindicando el poder femenino. Su performance combinó un acting poderoso y pasó por la salsa, el hip hop y el soul: “¡¿Dónde están las minas?!”, arengaba como avivando el fuego en el público.

La figura internacional fue Mon Laferte, que desde Chile trajo toda su sensualidad y militancia por la legalización de la marihuana, con una lista de canciones de una fuerte impronta bailable. “Palmas arriba… a mover el culito”, invitaba a la gran cantidad de público que se dio cita en el escenario “Sur” la noche del sábado. Fueron de la partida “No te fumes mi mariguana”, “Amárrame”, “El beso” y “Tu falta de querer”, entre otras. También manifestó su lucha en favor del aborto legal, seguro y gratuito, besando y flameando uno de los pañuelos verdes de la campaña nacional que le arrojó el público hacia el escenario, desde donde bajó para establecer un contacto más cercano con la gente.

Sara Hebe descargó horas antes en el mismo escenario toda su potencia en un show donde las mujeres músicas tuvieron preponderancia. Con un gran despliegue de energía, recorrió varios estilos que pendulaban entre el punk, el rock y la cumbia más popular.

De la mano de todo el movimiento urbano que creció con gran notoriedad en el último tiempo, Cazzu no sólo se infiltró en el escenario “Norte”, invitada al show de “Los Gardelitos” para interpretar “Llamame”, sino que más tarde, al otro extremo del predio, conectó con su público de una manera notable y se aventuró a tender un puente hacia el ambiente del rock: “Yo tengo la certeza de que no importa, ¿viste? Estás escuchando Led Zeppelin ahí a todo volumen; pero en realidad, esta que decía: ‘Yo te quiero pa’ mí, no te quiero pa’ más nadie’ también te la sabías”. Con cuerpo de baile incluido, íntegramente de mujeres, el girl power copó la escena. Pero el punto fuerte de la noche lo dieron sin duda sus declaraciones a mitad del show: “Hace mucho tiempo hago música. Y me ha tocado vivir de todo un poco: botellas, escupitajos, que la gente me diga que no me vistiera así o que no me llamara de esa forma. Y hemos hace un tiempo iniciado una revolución que con todo el corazón trata de derribar al opresor que nos dice cómo ser, cómo actuar, qué decir, cómo vestir. Con mucho esfuerzo y con mucho dolor y con los ojos llenos de lágrimas, hemos tratado de construirnos nosotras mismas, porque la deconstrucción también empezó en nuestros corazones. Nos dimos cuenta que estábamos siendo machistas nosotras. Y hoy por hoy, las quiero invitar a recordar que el opresor es el macho y no podemos ser nosotras nuestras mismas opresoras. No nos podemos decir ni dictar entre nosotras cómo hay que ser. Hay que abrazarnos, abrazarnos a las hermanas que tienen ideas diferentes. Si tenemos ideas diferentes y consideramos que es válido que la compañera lo cambie, entonces la invitamos a conversar. Basta de la violencia estúpida de las redes sociales, basta de tanta liviandad para decir palabras tan horribles (…) No quiero que dejen de escucharme cuando les pido que no nos oprimamos entre nosotras. Amémonos, porque el opresor es el macho. Contra él, no entre nosotras. Contra él, nunca entre nosotras”.

Julieta Rada precalentó el escenario “Sur” en las primeras horas de la tarde del sábado para el show de Rosario Ortega. En ambas destacaron su exquisitez vocal y su versatilidad para recorrer diversos géneros, con canciones que invitaban a cantar hasta entrada la noche y seguirlas por los demás escenarios: Julieta, invitada por Dante y como corista de “Ciro y Los Persas”; Rosario, integrando “El Aguante and The Prostitution”, la banda del gran ausente, Charly García.

La sensibilidad en carne viva la dieron el sábado a primera hora, las canciones sensitivas de los locales “Fly Fly Caroline”, banda emergente con Carolina Merlo a la cabeza; y al otro extremo, casi en simultáneo, las también locales “Pink Wasted”, con melodías un tanto más explosivas, dando apertura a esta edición del festival.

Las Reinas Madres de nuestra música tendrían su lugar en distintos escenarios: Déborah Dixon, cuya voz hizo temblar las paredes de “La Casita del Blues” en la primera noche, en una presentación discreta pero poderosa; y en el mismo escenario, Celeste Carballo al otro día, ya con las cuerdas vocales al palo desde la noche anterior, cuando fue invitada de lujo en la banda de Charly García, al igual que Hilda Lizarazu, que a horas tempranas de la primera jornada, con su vestido de corbatas superpuestas, compartió un puñado de canciones propias y ajenas, celebró la Ley de Cupo Femenino aplicada en el festival y homenajeó con “Seguir viviendo sin tu amor” al Flaco Spinetta, al cumplirse ocho años de su partida, quien aseguraba en su manifiesto: “El Rock no ha muerto”, y concluía: “El rock, música dura, cambia y se modifica, en un instinto de transformación”.



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