El titular de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) seccional Formosa, Rubén Montiel, sostuvo que el panorama del sector es alarmante y precisó cuál es la situación a nivel local de los kioscos.
En principio, indicó que el movimiento se mantiene “calmado” y solo se venden productos de estación. “No hubo un repunte significativo en ventas y nos vimos perjudicados por la quita del IVA, lo que produjo más aumentos de precios”, dijo. Destacó que lo más vendido son las bebidas alcohólicas, gaseosas y helados.
Además, el comerciante aseguró que en verano se ocupan más equipos de frío en los locales y pagar la tarifa eléctrica se vuelve todo un problema. “Estamos esperando un despegue de la economía y que a la gente le quede un poco más de margen para gastar en los kioscos de barrio”, señaló a este matutino.
Según comerciantes del sector, producto de la inflación y todos los gastos de las fiestas de fin de año, en enero la gente paga su tarjeta y va al supermercado. “Al kiosco van por una gaseosa, una cerveza, un paquete de cigarrillos, un yogurt o algo de fiambre para la cena; por eso nuestro panorama es alarmante”, manifestó Montiel. Añadió que se mutó de una primera a una tercera marca y, si bien hubo mucha plata dando vueltas, esto no se vio reflejado en las ventas”.
Precios Cuidados
La Unión de Kiosqueros de Argentina solicitó al Gobierno nacional participar por primera vez en el programa Precios Cuidados. Con este fin, el próximo 27 de enero se reunirán con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Desde el sector, advierten que varios de los productos incluidos son comercializados en kioscos.
Al respecto, el entrevistado aseguró que “con este programa el kiosquero queda fuera de competencia, porque hay mucha diferencia en el precio de los productos primarios que se consiguen en el supermercado de lo que los kiosqueros compramos en el mayorista para vender en nuestros negocios”.
Hay muchos productos que forman parte del programa que los kiosqueros comercializan y son de alta rotación. Incluyen masitas, alfajores, turrones, barras de cereal y bebidas como gaseosas o jugos.
Para Montiel, en la ciudad hay mucha competencia e incluso se deben bajar ganancias para seguir subsistiendo. En otros casos, se produce una mutación a otra actividad o se anexa venta de ropa o artículos escolares para generar algo más de ingresos.
“Todavía golpea la inflación que dejó el gobierno anterior y creemos que costará un tiempo prudencial para que el negocio de barrio vuelva a ser lo que era cinco años atrás donde podíamos vivir por completo de esta actividad”, reflexionó.