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Salud federal



Entre los problemas que sufre la Argentina, se encuentran las deficiencias del sistema sanitario y la desprotección de la tercera edad. Ambos aspectos influyen en la expectativa de vida de las personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que establece que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política, condición económica o social...”, lleva un registro según el cual, en lo que va del siglo 21, la esperanza de vida ha tenido grandes avances, con un incremento de cinco años. Pero, al mismo tiempo, ha detectado desigualdades importantes dentro de un mismo país y de un país a otro.

En África, el continente más pobre, el aumento entre 2000 y 2015 fue de 9,4 años, hasta llegar a los 60 años. Muy lejos, en el contexto mundial, de la población española, por ejemplo, que goza de la esperanza de vida media más alta entre los países hispanoamericanos y una de las más altas del mundo: 82,2 años.

Por delante se encuentran Japón (83,7 años), Suiza (83,4 años), Singapur (83,1 años) y Australia (82,8 años). En América latina - siempre considerando la década y media mencionada-, Chile es la nación con la esperanza de vida más alta, con 80,5 años, y la segunda del continente americano, por detrás de Canadá (82,2 años). Sólo otros nueve países latinoamericanos se sitúan por encima del umbral de 75 años de esperanza media de vida: Costa Rica (79,6), Cuba (79,1), Panamá (77,8), Uruguay (77), México (76,7), Argentina (76,3), Ecuador (76,2), Perú (75,5) y Brasil (75).

Es evidente la disparidad entre el dato africano -o el de Haití (63,5)- y los índices que se registran en países desarrollados, o aun en aquellos que, en nuestra América, sueñan con el desarrollo. Sin embargo, no debe perderse de vista que también hay desigualdades profundas dentro de un mismo país, como sucede entre regiones de la Argentina.

Se trata, en muchos casos, del producto de desigualdades de desarrollo económico definidas por las prioridades de cada gobierno. Hay administraciones que ponen el acento en la infraestructura; otras, en el desarrollo tecnológico, en el cuidado del medio ambiente o el desarrollo sostenible. Opciones válidas todas ellas; sin embargo, hay dos sectores que no pueden quedar atrás en las prioridades: la educación y la salud.

En el campo de la salud, los equipos idóneos también cobran vital importancia, no sólo para la atención del paciente que padece una enfermedad, sino en las acciones preventivas que permitan alcanzar la ansiada meta de una mejor salud.

Hoy, en nuestro país, falta información precisa para tomar las medidas adecuadas. La carencia de datos para medir resultados en cada jurisdicción y trazar una eficiente política federal es uno de los problemas que acusa especialmente el sector público. Parte del desafío de lograr un sistema de salud sustentable, con mejores prestaciones para todos, que aumente las expectativas de vida -digna- de la gente, es diseñar una nueva organización que disminuya la excesiva fragmentación y segmentación, ineficiente y costosa.



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