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¡Vacío no! ¡Enseñanza sí!

Una columna de Tona Galvaliz



“Que lo que se vaya de tu vida no te deje un vacío, sí una enseñanza”.

Al atravesar un vacío existencial se tiene la sensación de que la vida no tiene sentido.

No se encuentran respuestas favorables al por qué vivir y a lo que las circunstancias traen, todo se torna turbio, nada parece satisfactorio.

Reconocerse como alguien sin perspectivas, desembocando en una importante frustración. Frente a las expectativas se va vaciando interiormente de toda ilusión y esperanza, es como transitar un callejón sin salida.

Aumentando exponencialmente la angustia donde las posibilidades se angostan, cayendo precipitadamente en un abismo o desierto.

Enredándose en un estado de sufrimiento psicológico que deriva en una depresión profunda con inclinaciones a conductas autodestructivas-suicidas, perdiendo la capacidad de conectar y sentir con uno y con los demás.

El vacío existencial es una crisis de identidad con una vida fuera de control.

Es una espiral de sufrimiento consciente o inconsciente; es un viaje melancólico en que la persona es incapaz de visualizar un futuro venturoso.

Es un fracaso para encontrarle un significado y sentido a la vida.

Es sentir que uno no tiene ninguna razón ni contenido para vivir, para luchar, esforzarse, esperar los tiempos y procesos específicos que tienen las cosas.

Es la incapacidad para vivir con propósito.

Con esta pérdida de sentido, la persona se vuelve egoísta e individualista, el o los otros desaparecen volviéndose invisibles.

Donde muchas veces los medios para alcanzar la felicidad se convierten en fines en sí mismo, las emociones placenteras son cortoplacistas.

Agudizándose el problema cuando no ocurre lo que este esperaba, aumenta la desesperanza, soledad, distimia y desórdenes emocionales relacionados.

En consulta, clientes desorientados por esta condición me suelen preguntar ¿para qué vivimos?

Para aprender hay que cuestionarse y desaprender.

Esta es una muy buena pregunta existencial y para quien se la haga es porque está buscando su sentido de vida.

Para mí representa un paso fundamental de un despertar de consciencia; y de acuerdo a mi óptica, es preferible hacerse preguntas que tener todas las respuestas todo el tiempo.

Vivir la vida con sentido es elegir vivir y simboliza una opción voluntaria de ¡sí a la vida!

Es muy importante profundizar nuestro autoconocimiento, reflexionar fenomenológicamente desde un presente sobre: ¿quién soy, qué hago aquí y ahora, qué quiero y elegir hacia dónde ir?

Estas preguntas elevan nuestro estado de ánimo positivo automotivándonos para planificar objetivos reales medibles de manera flexible…

Gestionar y regular nuestras emociones y decisiones que estarán sustentadas en propósitos claros y con una visión optimista.

  • Integra y aprende de las experiencias diarias. Cuando se incorpora el concepto de aprender, el error es tenido como una oportunidad de crecer para avanzar; y al error se lo mira con amor y gratitud.
  • Conócete a ti mismo, profundiza en ti, invierte en ti, ¡inclúyete en tu vida!
  • Vive el presente, conéctate y céntrate en el aquí y ahora, no pelees con las realidades, mejor encuentra, sin gravedad, las lecciones para aprender que la vida quiere ofrecerte para tu crecimiento.
  • Acepta la realidad, lo que se presenta como tal, explórala, toma decisiones, acierta o falla, levántate y sigue adelante más fortalecido, más valiente, más sabio y descubre la belleza del camino.
  • Encuentra tu sentido de vida y ¡confía!, amplía tu mirada, desarróllate, expande tu consciencia, busca razones y propósitos, asumiendo responsabilidad sobre tu vida. Solamente teniendo claro un para qué, podrás hacer frente a todos los cómo; siendo capaz de generar los cambios necesarios y aunque atravieses adversidades encontrarás fuerzas y podrás salir favorecido.
  • Busca ayuda profesional, si no encuentras recursos o herramientas para salir de un vacío pide ayuda para recalcular, resignificar y reestructurar.

Nos convertimos en más sabios cada día, aprendiendo a sortear obstáculos, fallos y superarlos.

“Nadie nace aprendido”.

La vida es un camino de aprendizaje, para eso nacimos, para experimentar y aprender integrando la vivencia y “la única manera es viviéndola”.



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