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Si hay bebé, no bebas



Si bien en muchas provincias no hay un seguimiento estadístico en las maternidades ni en los servicios de obstetricia públicos que permita cuantificar la situación, médicos y asistentes sociales de todo el país advierten un crecimiento preocupante de casos de embarazadas consumidoras de drogas en los últimos años.

“Hay estadísticas a nivel Sudamérica que muestran que entre el dos y el tres por ciento de las embarazadas consume drogas ilícitas. A ese nivel más o menos estamos en la Argentina”, planteó no hace mucho un destacado especialista en neonatología. Siguiendo esas cifras, estaríamos hablando de unas 20 mil mujeres.

Médicos y trabajadores sociales advierten que el consumo de alcohol, marihuana, cocaína y éxtasis, entre otras drogas, hacen estragos en la salud del feto y las secuelas pueden ser gravísimas. Sin embargo, muchas madres lo ignoran, minimizan las posibles consecuencias o son adictas con dificultades para abandonar las sustancias.

Entre las mencionadas adicciones, la más extendida, sin duda alguna, es el consumo de alcohol. Beber en cantidades importantes en una sola vez durante el embarazo puede tener consecuencias graves en el bebé. El alcohol, se sabe, es la principal causa de retardo mental adquirido en el mundo.

Investigaciones sobre el particular prueban que mínimas ingestas de alcohol durante el embarazo tienen efectos posteriores. Pero además, el consumo de alcohol durante el embarazo puede tener consecuencias en el desarrollo emocional y cognitivo de los bebés.

Es un espectro que va desde un daño neurológico importante -microcefalia, retardo de crecimiento intrauterino, características faciales particulares-, hasta tener pequeñas improntas en el sistema nervioso que afectan el desarrollo en forma general. A nivel cognitivo, pero también a nivel emocional, en la relación del bebé con la mamá, advierten los especialistas.

Equipos de salud cordobeses detectaron que de un universo de 83 madres, entre 18 y 42 años, cuatro consumían alguna droga ilícita. Y un porcentaje bajísimo no había probado alcohol durante el embarazo. La mitad era consumidora moderada o excesiva de alcohol y la otra mitad, infrecuente o no, bebía. Sólo cuatro no lo hacían. La magnitud del problema es tal que ninguna provincia debería permanecer despreocupada.

Es necesario trabajar sobre la toma de conciencia, y para ello hace falta información. Como dicen los médicos que toman con seriedad el asunto, “recién ahora vemos la importancia que tiene el consumo del alcohol en la gestación, porque sabíamos que podía producir síndrome alcohólico fetal, retardo mental, pero nunca imaginamos que consumos que no son tan excesivos, como dos vasos de vino en una vez, pueden tener efectos sobre el sistema nervioso y trastornos en la regulación cardiorrespiratoria”.

En Formosa, como en muchas otras partes, casi no existen campañas públicas de prevención del consumo de sustancias durante el embarazo. Es tiempo de poner énfasis en la prevención y, por lo tanto, de insistir por distintos medios con aquella ingeniosa consigna: “Si hay bebé, no bebas”.



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