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Los caminos de “El gatopardo”



La historia de la publicación de la novela “El gatopardo” es una de las más singulares de la historia de la literatura, y tal vez sea interesante relatársela no sólo a los lectores sino también a tantísimos escritores que se desaniman al no encontrar editorial que se interese por sus obras.
“El gatopardo” es la mayor novela italiana del siglo XX. Es un clásico de la literatura occidental que ha enamorado e influenciado a millones desde su publicación en 1959, y que incluso ha sido llevada con éxito al cine por nada menos que Luchino Visconti en 1963. Sin embargo, la novela fue rechazada por todas las editoriales italianas (entre ellas Mondadori y Einaudi) y sólo fue publicada en última instancia por un casual giro del destino.
Giuseppe Tomasi de Lampedusa (nacido en Palermo en 1896, último descendiente de una familia cuyos títulos de nobleza se remontan al siglo XVI) vivió una vida de palacio y biblioteca sólo interrumpida por las guerras de su tiempo. Solitario hasta la exasperación, en sus ratos libres deambulaba por las derruidas calles de Palermo y dejaba escapar las horas en bares (el Charlestón, el Café Caflish, la Pasticceria de Massino) en los que leía y tomaba apuntes para su proyecto literario.

“…soy una persona muy solitaria. De mis dieciséis horas de vigilia diaria, al menos diez transcurren en soledad. No pretendo, sin embargo, pasarme todo ese tiempo leyendo; a veces elaboro teorías literarias...".

Es difícil creer que un desconocido que no había garabateado más que unos pocos cuentos haya sido capaz de escribir, casi que de un día para el otro, una obra maestra, pero es así como ocurrió. Lampedusa no dudó del valor de su obra, y la ofreció a las mayores y mejores editoriales italianas. No obtuvo más que indiferencia y rechazos.
En una Italia marcada por el neorrealismo y por editores de cuño marxista (como Leonardo Sciascia, comisario cultural de la Italia de esos años que llegó a calificar a “El gatopardo” como “un panfleto de la derecha”), nadie tuvo la sensibilidad suficiente para comprender la melancólica belleza de una historia protagonizada por aristócratas en decadencia.
La escritora argentina Vlady Kociancich describe la situación en su magistral ensayo “La raza de los nerviosos”:

“…en el momento de la aparición de ‘El gatopardo’ se impone febrilmente una religión literaria: la del escritor comprometido con los problemas sociales de su tiempo. La obra de Lampedusa se lee como proclama reaccionaria. Para los escritores de izquierda sólo es válida la novela que propone el neorrealismo, y desde sus puestos de poder en las columnas de los diarios, grandes escritores deciden cerrar los ojos ante una indiscutible obra maestra a favor de una ideología literaria…”.

Lampedusa, ya enfermo de cáncer, escribe en sus “últimas voluntades”:

“…deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique ‘El Gatopardo’ (...) Por supuesto, ello no significa que deba publicarse a expensas de mis herederos, lo consideraría como una gran humillación…”.

Tras la muerte de Lampedusa, fue el escritor Giorgio Bassani (autor de “El jardín de los Finzi-Contini”) quien convencería a los popes de la editorial Feltrinelli rescatar “El gatopardo” del polvo. Tras leer la novela, Bassani le escribió a la viuda de Lampedusa: “Desde la primera página me di cuenta que me hallaba ante la obra de un verdadero escritor. Al ir avanzando, me he convencido de que el verdadero escritor era un verdadero poeta”.

A partir de allí, la historia es conocida: la obtención del premio Strega (el mayor galardón literario que se puede ganar en Italia), la admiración de innumerables lectores, los unánimes elogios de la crítica, la recordada película protagonizada por Burt Lancaster y Claudia Cardinale, y la vergüenza de quienes por años humillaron e ignoraron la novela.
A más de medio siglo de su publicación, la lectura de “El gatopardo” no depara más que el disfrute ante una obra a la que el tiempo no le hace mella. La historia de una familia de aristócratas sicilianos le sirve a Lampedusa de marco para pintar un fresco que abarca el Risorgimento italiano, la llegada del fascismo, la enfermedad, la muerte, y la ascensión de una vigorosa y burda burguesía en detrimento de una vieja y agotada realeza. En fin, la historia de la Sicilia de aquellos tiempos, del sur de Italia, y tal vez también una metáfora de la actual Europa mediterránea. Todo un mundo que Lampedusa resumió magistralmente con aquella frase: "Si queremos que todo permanezca como está, hace falta que todo cambie", que hoy repiten hasta el hartazgo incluso quienes no conocen la existencia de este clásico del que nadie debería privarse de leer. Y releer.



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