Fernando Pereyra empezó la carrera de Contador Público en la Universidad Nacional de Formosa, cuando egresó del secundario, en el año ’95. Siete años después, en el 2005, le diagnosticaron insuficiencia renal crónica terminal y tuvo que interrumpir sus estudios superiores.
Durante más de cuatro años, Fernando debió realizarse diálisis todos los días, hasta que en el 2010, apareció su donante. A mediados del año que viene, se cumplirán 10 años del día que fue trasplantado.
Al recuperarse, Fernando, incentivado por su familia y amigos, decidió retomar los estudios y cumplir su máximo objetivo: ser contador público. Fue así que en el 2011 volvió a la universidad.
“Me costó mucho retomar el hábito de estudio. Con el correr de los años, me pude integrar y adaptar nuevamente a una carrera que es muy compleja y demanda sacrificio”, relató a La Mañana.
Y admitió que fueron años dificultosos por las condiciones que la enfermedad conlleva, pero que siempre encontró la fortaleza para perseverar y superarse en su familia y amigos más cercanos.
“Fueron ellos los que no me dejaron dar el brazo a torcer cuando las adversidades aparecían”, aseguró.
Luego de 21 años de carrera y 15 de cursado efectivo, Fernando logró egresar de la Universidad nacional, pública y gratuita como Contador Público, luego de muchos sacrificios, perseverancias y una red de contención que nunca lo dejó solo.
“Si tengo que dejar un mensaje, claramente digo que una discapacidad o enfermedad crónica no tiene que ser un impedimento para seguir estudiando o persiguiendo objetivos”, expresó Fernando.
Y sentenció: “Hay que meterle pata, ser perseverante y no importa cuánto tiempo pase, si 5, 10 o 21 años como en mi caso; lo que interesa es no detenerse e intentarlo pese a todas las dificultades”.
En la actualidad, Fernando se controla todos los meses en el Hospital de Alta Complejidad de la provincia y convive con medicamentos de alto costo que, al no contar con obra social, son cubiertos por la filial del INCUCAI en Formosa.
Otro claro ejemplo de que el sacrificio es individual, pero para el progreso también se necesitan redes institucionales que garanticen el acceso a los derechos básicos de la vida, en este caso el de la salud y la educación.