La planta de tratamiento de efluentes cloacales significó un avance indudable en materia de saneamiento ambiental en Formosa. Sin embargo, el volcado de aguas sucias en ríos, riachos y lagunas se sigue dando sin atenuación alguna en otros sectores de la capital, así como en ciudades y pueblos del interior.
En realidad se trata de un problema que excede las fronteras de nuestra provincia, dado que organizaciones ambientalistas de todo el país realizan constantes advertencias sobre el riesgo sanitario que implica la contaminación de los cursos hídricos para la población.
Las autoridades en general conocen estos llamados de atención, así como las denuncias que en casos puntuales se realizan. No obstante, las remediaciones se demoran, quedan reducidas a medidas insuficientes o se empaquetan en anuncios de obras que nunca se ejecutan.
La ciudad de Formosa tiene la particularidad de estar rodeada de agua, con el río Paraguay enfrente y riachos, lagunas y varios humedales alrededor. En muchos casos, los residuos cloacales van a parar ahí sin una estación depuradora intermedia.
Pero el cuadro se agrava si se tiene en cuenta que el peligro no solo está en el agua, sino que se traslada por añadidura a los sistemas de riego de quintas donde se cultivan verduras de hoja para el consumo humano. Los potenciales focos contaminantes se repiten en distintos escenarios en torno a muchas urbes del país, emparentadas todas ellas por la peligrosidad sanitaria.
El problema de los líquidos cloacales que son arrojados cuasi crudos a diferentes cursos hídricos de la Argentina, derivado en parte del deficiente sistema cloacal de sus principales ciudades, adquiere una dimensión temeraria en función de que el daño se extiende sin control. El escandaloso basural de Cateura, en Asunción, aunque de otra índole, es un claro ejemplo de contaminación aguas abajo, en este caso a través del río Paraguay.
Pero además de las corrientes turbias de cauces que pasan frente a pueblos y ciudades, están las zonas de quintas periféricas que se ubican en el ojo de la polémica por el peligro de abastecerse de aguas para riego contaminadas.
Los ambientalistas consideran necesario hacer estudios más exhaustivos y puntuales en cada caso sospechoso que se presenta. En el orden local, habría suficientes elementos para considerar, especialmente, la situación de riachos como el Formosa y El Pucú, y lagunas como la De los Indios y Siam, que reciben descargas sucias de muchos sectores de la ciudad.
Diversos estudios, por otro lado, vienen advirtiendo sobre la presencia de virus en verduras de hoja en los denominados “cinturones verdes” de varias ciudades del país, asociados a la contaminación fecal. Si bien no se conocen investigaciones de este tipo en Formosa, los científicos sostienen que, en general, la situación se da cuando no se toman recaudos con los agentes contaminantes que afectan los cultivos.
Ante esto, son atendibles los protocolos que recomiendan lavar frutas y hortalizas. Pero el problema de fondo pasa por otro lado: la falta de cloacas en las barriadas más humildes y populosas.