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A poner en marcha la economía

Una columna de opinión de Mario Brignole



La semana pasada, puse por escrito algunas ideas que creo aplicables para reactivar la economía nacional, en un humilde aporte surgido desde mi formación en economía y la experiencia de la gestión del Estado municipal, que al cabo, es la célula básica del todo el sistema del Estado federal.

Planteaba algunas premisas, como 1) Un Pacto Social de los sectores de la producción y el trabajo como punto de partida. 2) La necesaria renegociación de la deuda del Estado con el FMI y los bonistas. 3) Desarmar la bomba de las LELIQ para ahorrarle al estado 10 mil millones de dólares año de intereses. 4) Reactivar y proteger la industria nacional.

A estos presupuestos, debo agregarles:

Desdolarizar la economía

Es un absurdo que tengamos salarios e ingresos fiscales en pesos, y tarifas de servicios públicos y energía, así como valores de referencia dolarizadas.

Este absurdo colapsó la economía, porque no tenemos suficientes dólares para abastecer una demanda creciente.

La economía necesita dólares para importar insumos (bienes de capital o autopartes de la industria automotor, farmacéutica, química o médica) o para que el estado cumpla sus obligaciones con los tenedores de deuda pública.

No alcanzan los dólares que generan nuestras exportaciones, si además tenemos que venderlos para que unos pocos privilegiados hagan turismo en el extranjero y otras actividades, o peor, para que los usen para remesarlos al exterior generando una fuga de capitales obscena e ilegal.

Pero el meollo son las tarifas de los servicios públicos: son propiedad del Estado la provisión de energía eléctrica (generadoras, transportadoras y distribuidoras) combustibles, gas, agua, cloacas, rutas, el correo, etc. Son del estado, que los construyó, y hoy están concesionadas a empresarios del entorno del gobierno Macrista (Midlin-Joe Lewis, Caputo, el mismo Macri). ¿Por qué las tarifas de la luz o el combustible están en dólares? Para favorecer las ganancias de los amigos. Habrá que cortar de cuajo esta estafa al pueblo argentino, o rescindir las concesiones y retomar por el estado su explotación.

Con estos costos de la energía, es imposible sostener una industria nacional, y sin ella, no hay trabajo, ni salarios dignos, ni consumo interno, ni recaudación de impuestos para que el Estado funcione en equilibrio. Lo que no debemos repetir, es el error de subsidiar a todos el consumo de energía. Sólo podría subsidiarse, eventualmente, a familias de escasos recursos y PyMEs.

Promover la exportación para generar divisas

La economía nacional necesita generar una cuota anual constante y creciente de ingreso de divisas. Para ello, la llave es mantener la exportación actual (mayoritariamente comodities), incrementarla con nuevos rubros, pero además agregando procesamiento y mayor valor en el país a los bienes exportables. No es lo mismo exportar poroto de soja que aceite o harina de soja; que además de generar mayor valor crean fuentes de trabajo e inversión; o exportar trigo que harina.

Para ello, es vital una gestión activa del Estado, usando sus funcionarios de relaciones exteriores como gestores de la colocación de productos nacionales. Hay, además, rubros que necesitan apoyo crediticio del Estado para sostener una política de exportaciones más agresiva. Asimismo, existen sectores como la informática, donde es viable exportar software y generar polos de desarrollo más integrados, o polos de tecnología como el INVAP, que exportaban productos de alta calidad y precios muy competitivos en su área (reactores, satélites, aparatología médica).

Hay que buscar un delicado equilibrio para ingresar a nuevos mercados de exportación; pero a la vez, desdoblar el precio de los alimentos y la energía del mercado exterior. Uruguay es un caso de análisis con la exportación de carnes: se segmentan los cortes y lo que queda al mercado interno, se rige por precios locales sin valor dólar; extendámoslo a la harina, energía, combustibles, etc.

Dos precios: uno para exportación y otro al mercado interno, con cupos.

Darle un rol activo al Estado para que regule el mercado y controle a los monopolios

Esta es la madre de todas las batallas. No podemos tolerar que los formadores de precios monopolicen el mercado. Pierde el productor (que recibe migajas y no cubre sus costos) y pierden los consumidores (que pagamos hasta 300 veces el valor de origen).

En estas condiciones de concentración del mercado (de oferta o demanda), no es viable un mercado liberado.

Sí o sí deberemos ir a la regulación del mercado de alimentos y bienes de la canasta básica. Habrá que tomar el toro por las astas para estudiar la cadena de valor, y determinar precios de referencia para cada etapa; donde los empresarios ganen márgenes lógicos y propios del mundo capitalista, en lugar de esta burda estafa a productores y consumidores.

La situación presente es la muestra del mercado libre controlado por monopolios: sólo unos pocos ganan márgenes siderales, empobreciendo a la sociedad y matando el mercado interno.

Para concluir

Si bien la prioridad es estabilizar la economía, generar condiciones para la producción industrial, y negociar el pago de la deuda pública; no es menor reconocer que la gravedad de esta crisis puede ser fundacional para un nuevo paradigma nacional.

Ya sabemos que no basta con crear riqueza, hay que regular su distribución equitativa para no terminar como Chile y su concentración de riqueza en pocas manos.

Las crisis ‘pueden ser también oportunidades’. Ya sabemos que con el modelo actual no hay futuro, ni presente. Tengamos coraje para refundar el modelo económico. Y en ese objetivo, recordemos que la Argentina es más que la Pampa Húmeda. Hagamos concreto el planteo de Alberto Fernández de un país federal.

Distribuyamos mejor la renta nacional en el territorio. Que Jujuy o Formosa, que las provincias patagónicas, reciban apoyo del Estado para construir su infraestructura que les permita concretar procesos industriales para procesamiento de sus producciones regionales.

Que en esta epopeya, todos tengamos oportunidades de desarrollo con igualdad territorial. Que el interior no siga mirando de afuera cómo otras provincias crecen y prosperan. Ya que soñamos, soñemos en grande.



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