Último día de la semana laboral y, como es habitual, los manifestantes del movimiento social chileno se auto-convocaron para una nueva versión de la “Marcha más grande de Chile”, por cuarta semana consecutiva. Pero con menos gente y casi sin incidentes. Esta vez lo hicieron en conocimiento del histórico acuerdo que pactó el oficialismo y la oposición la noche anterior, respecto al itinerario constituyente que, eventualmente, pondrá término a la Constitución pinochetista.

Desde temprano Carabineros intentó que la convocatoria no se realizara. Por minutos, la Plaza Italia, conocida popularmente desde octubre como “Plaza de la Dignidad”, estuvo sitiada por coches y carros de la policía chilena. Sin embargo, la insistencia de manifestantes que llegaban desde las cuatro direcciones que confluyen en el lugar, hizo que finalmente pudieran romper el cerrojo y llegar a tomar posición del monumento del General Baquedano.

“Me parece súper bien lo de anoche, pero no es suficiente. Falta conocer la agenda social”, declara a Clarín Ada, quien tiene entre sus prioridades el pago de la deuda que contrajo estudiando en la Universidad. “Veníamos a conmemorar a todos los que dieron su vida u ojos por esta causa, a abrazarnos por la conquista que tuvimos”, agregó. Distinta opinión tiene Martín, quien se presentó como dirigente vecinal, quien califica el acuerdo como un “negociado”: “Ellos creen que salvaron esto, pero ellos son el problema”.

Sin embargo, al ser consultado sobre su participación en el plebiscito acordado para el mes de abril, reconoció que asistirá. “Voy a ir, claro que sí. Votaré por el Sí, para cambiar la Constitución, y por una Asamblea 100% de ciudadanos para redactarla”.

En el lugar, aun cuando se produjo inicialmente una puja de Carabineros por impedir la movilización, el número total de asistentes decreció considerablemente en comparación al pasado. También lo hizo la transversalidad que antes mostraban sus consignas. De hecho, a la altura del Centro Cultural Gabriela Mistral, después de mucho tiempo sin aparecer, se visualizaron banderas del partido Comunista, que se excluyó del acuerdo. Es que, con las dos demandas principales otorgadas (Nueva Constitución y elección del mecanismo) la ciudadanía ha entendido el histórico acuerdo, con más o menos reparos, como un avance impensado hace un mes. No obstante, los ojos seguirán puestos en la agenda que falta por discutir: el del “profundo acuerdo social” que propuso el presidente Sebastián Piñera el martes pasado, que incluirá pensiones, sueldo mínimo y reformas al sistema de salud. A pesar de la disminución de manifestantes, aún es temprano para asegurar que el movimiento podría entrar en una fase de desmovilización. Hay tareas pendientes.

Para Germán Codina, alcalde de Puente Alto, la comuna más populosa del país, “es necesario profundizar en reformas sociales que signifiquen evolucionar desde el individualismo y el centralismo, que ahoga las regiones y los municipios; si éstos hubieran tenido atribuciones y recursos, como lo hemos pedido durante décadas, pudimos haber sido el colchón para solucionar distintas demandas de la ciudadanía. Esta es la crisis de la inequidad y de los abusos, pero también del individualismo y centralismo”, declaró al diario La Tercera. Piñera sigue en silencio. No ha intervenido en público desde antes del acuerdo. Ayer sólo habló su vocera de Gobierno, Karla Rubilar, “Este proceso, este gran acuerdo da una señal clara: la ciudadanía nos despertó y es la ciudadanía la que decide, y es la gente la que gana con este acuerdo”, afirmó.