El leve “corrimiento” que tuvo el dólar durante las últimas semanas, que llevó a la cotización oficial a un valor superior a los $ 60, debería significar una señal de alarma para las autoridades nacionales y para la conducción del Banco Central, para así analizar nuevas medidas que permitan contener el costo de la divisa norteamericana y evitar que la inflación vuelva a subir de manera abrupta.
De acuerdo a algunos analistas, los controles cambiarios establecidos a partir de septiembre, la obligación de los exportadores de liquidar divisas y el default selectivo sobre las LETES y otros títulos públicos forman parte de un esquema organizado por Cambiemos para llegar a las elecciones sin mayores inconvenientes en el mercado de cambios, mientras la “economía real” -producción, empleo, salarios y consumo- se sigue reduciendo. Sin embargo, este plan podría resultar insuficiente para sostener el tipo de cambio.
Según declaraciones efectuadas por diferentes economistas, el costo del dólar está “atrasado”, porque las nuevas subas en otras variables importantes de la economía, como el precio de los combustibles, terminaron impulsando la inflación y volvieron a la cotización actual de la divisa norteamericana un valor lejano al “equilibrio” que significaba el dólar a $ 60.
Por estos motivos, no se descarta la posibilidad de ampliar las restricciones cambiarias, que hasta el momento afectaban principalmente a las empresas y que en un futuro podrían implicar mayores límites a la compra de divisas por parte de ahorristas particulares.
Mientras tanto, la actividad del mercado interno sigue cayendo; y se espera que la inflación de septiembre, que será informada en los próximos días por el INDEC, llegue al 5,5% o incluso supere ese valor. A su vez, se calcula que los niveles de suba de precios durante los últimos tres meses del año también serán altos, lo cual llevaría a una inflación anual que podría alcanzar el 55%, estableciendo un nuevo récord.
Asimismo, este contexto se da en el marco de una campaña para unas elecciones generales cuyos resultados, según todos los encuestadores y analistas de opinión, serían similares a los de las Primarias. Esto significaría una derrota para el oficialismo y un inminente cambio de gobierno en el orden nacional. No obstante, el Presidente apuesta a recuperar sufragios con una serie de caravanas por diferentes ciudades del país.
Por lo tanto, las autoridades nacionales deberían poner en un segundo plano a la campaña electoral, y dar prioridad al análisis de medidas que permitan sostener las principales variables económicas y evitar que la recesión actual genere mayores daños a los diferentes actores sociales. El probable cambio de gobierno podría incrementar aún más la incertidumbre que se vive en la actualidad, con efectos que serían peores a los que se pueden cuantificar en este momento.
Entonces, resulta indispensable que durante las próximas semanas la prioridad sea evitar que el escenario actual se agrave. En una coyuntura con indicadores cada vez más preocupantes, lo primordial para cualquier representante público, sin importar su color político, tiene que ser asegurar el bienestar de la población, y no aplicar estrategias para intentar obtener mayores votos.