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Las 82 estrellas que nos duelen a todos y convocan a tomar conciencia y respetar la vida

Sendero de Estrellas y Unidos por el Dolor llevan colocadas 82 estrellas en toda la provincia. Cómo es transformar una tragedia personal en una lucha colectiva para que el dolor no toque tan cerca a otros



Sendero de Estrellas y Unidos por el Dolor son dos organizaciones de familiares de víctimas de siniestros viales que surgieron de la misma tragedia: un intento íntegro de convertir el dolor en una razón para seguir viviendo en una búsqueda continua de justicia y en el deseo y la acción de una lucha colectiva para que otras familias no deban atravesar por lo mismo.

En Formosa, ambas organizaciones han plantado 82 estrellas. Son muertes evitables, que hablan de la necesidad de que se apliquen y perfeccionen las normas legales de tránsito existentes, y que se modifiquen las conductas que provocan tragedias. No son un número más; son 82 vidas que se truncaron en un asfalto por un hecho de tránsito que pudo evitarse. Son 82 personas que salieron de sus casas y se despidieron sin saber que esa despedida, de verdad era un adiós; son 82 personas que nunca llegaron a destino. Y son, también, 82 familias que se quebraron.

Las estrellas amarillas forman parte de una campaña nacional para recordar a las víctimas de accidentes de tránsito en la vía pública, los lugares de los hechos y promover la concientización. Porque si fue accidente, se pudo haber evitado. Buscan así generar un llamado de atención que convoca a tomar conciencia y respetar la vida. Las cinco puntas de cada estrella representan los siguientes valores: memoria, prevención, ley, justicia y educación.

A un paso de convertirnos en víctimas o victimarios

“Sendero de Estrellas” nace tras las muertes de Viviana Sanabria y Darío Velázquez sobre el kilómetro 1159 de ruta 11. Para Silvina Facio, referente de la organización, el fallecimiento de su hermana fue una tragedia que los marcó desde el momento en que recibieron el llamado de teléfono ese 18 de agosto de 2013. Un domingo a las 22. Fue algo que, como familia, los devastó por las situaciones que se dieron hasta llegar a un juicio oral y público que tuvo como único responsable de la muerte de Viviana y Darío a Humberto Colman, quien hoy está cumpliendo una condena de 16 años. “Fue muy difícil, porque Viviana era nuestra hermana menor; y creo que las cosas que desencadenaron en mí, es decir el no permitir que esto quede impune y que otras personas no pasen por lo mismo, fue que esa noche cuando la velábamos, mi mamá empieza a llorar sangre. La doctora le dijo: ‘Señora, si a usted no le reventaba esa vena en el ojo, usted se iba con su hija porque le iba a agarrar una ACV’”, cuenta.

Tras el llamado, Silvina asistió primero al Hospital Central y de allí los enviaron a la Morgue Judicial. Recién ahí supieron que la morgue se encontraba al lado del Cementerio San Antonio. Pasaron cinco horas sin asistencia médica y sin un baño. Los cuerpos llegaron envueltos en una bolsa negra dentro de una camioneta. “Es una escena que no voy a olvidar. Nos dijeron que lo más recomendable era no reconocerlo en esas condiciones, sino entregarlo a la sala velatoria. Desde ese momento, nuestra familia padeció lo que es la injusticia en aquel momento de un organismo provincial que no acompañaba a los familiares. Somos el fiel testimonio para decir que la gente que se moría en la ruta era tratada peor que los animales o quien se moría en un siniestro vial era parte de la estadística y ahí quedaba todo. No hay casos antes de ‘la Negra’ que manifiesten la lucha que nosotros llevamos hasta el día de hoy”, relata.

Silvina toma el caso del último fin de semana, donde un joven periodista atropelló a dos agentes de tránsito y luego huyó. La mujer murió al instante; el joven se encuentra en terapia intensiva: “Como sociedad, el último caso que sucedió este fin de semana nos muestra la falta de amor que tenemos por la vida, de empatía, de solidaridad y de respeto, y la educación vial que nos falta”.

Enfatiza en la ironía de que un joven periodista que por su formación quizás habrá compartido o estudiado con profesores y compañeros sobre el valor de la vida y el respeto por el otro, o que en su vida laboral constantemente se habrá encontrado con notas que hablan de siniestros viales evitables, muertes totalmente injustas, ahora sea protagonista al matar a una joven y dejar lesionado a otro. Jóvenes que trabajaban en un control policial o municipal con el único objetivo de salvar la vida de él. “Lamentablemente, él no tuvo reparo para ir contra la vida de estos jóvenes que estaban haciendo su trabajo”, sostiene.

Silvina cree que si no se tiene en cuenta el valor del respeto, el amor por la vida misma y la del otro se seguirán colocando carteles porque la gente sigue muriendo: “Como sociedad argentina nos falta mucho. Uno cruza países limítrofes y se da cuenta lo que significa el peatón, las sendas peatonales, el respeto al semáforo y las normas de tránsito. Este tipo de normas que quizás en otros países son habituales, para nosotros es muy difícil de aplicar. No sé por qué el argentino no quiere respetar”.

“Queremos ser el reflejo de la indiferencia de la Justicia y de los años de impunidad en muchos casos; y la gente no toma reparo en esto. Estamos a un paso de convertirnos en víctimas y victimarios si no cambiamos esta modalidad que tenemos con respecto al tránsito”, considera y cuestiona una sociedad ajena al dolor y con poca empatía.

Valora que hoy existan herramientas con las que ellos no contaron en su oportunidad (la Unidad de Asistencia a la Víctima y Testigos del Poder Judicial, el Centro de Acceso a la Justicia, el programa de la provincia para los familiares de siniestros viales), pero asume que aún falta la sala de espera en la Morgue Judicial. Los familiares siguen esperando fuera del cementerio la autopsia.

Después de mucho tiempo, Silvina comenzó a estudiar la carrera de Derecho. Está en tercer año, y desde allí puede ver el “caranchaje” que muchas veces existe en los profesionales. Sin poner a todos en la misma “bolsa”, hay quienes trabajan desde el amor a la profesión y otros que lo único que hacen es lucrar con la muerte de alguien.

La necesidad de modificar las leyes en materia vial

“Unidos por el Dolor” surge también con otra muerte, como si de ella naciera algo nuevo. Es la forma que encontraron las familias de que sus seres queridos continuaran viviendo. Enzo Gauna perdió la vida un 8 de agosto de 2015 al ser atropellado en la calle Oclepo, a pocas cuadras de la avenida Esteban Laureano Maradona, en el Circuito Cinco, y desde entonces su familia lleva adelante el reclamo de justicia.

Alberto Gauna, el padre de Enzo, sostiene que hay un conjunto de faltantes en materia vial y que es necesario implementar mayor educación en las escuelas, pero también facilitar infraestructura y obras que mejoren el tránsito cotidiano, así como también controles estratégicos, sobre todo leyes más justas y que las que tenemos se respeten. “La Justicia es fundamental y una de las formas en que la sociedad tome realmente conciencia”, agrega.

Alberto señala que la responsabilidad es de todos y que tanto el Gobierno provincial y nacional no toman realmente la seguridad vial como una política de Estado y que la sociedad debe involucrarse: “Tampoco nos involucramos. Somos muy violentos y agresivos a la hora de conducir y en las rutas de la provincia los controles son mínimos”.

Considera que el alcohol al volante debería erradicarse y, sin embargo, es una costumbre que crece cada fin de semana, como puede evidenciarse en los controles donde se retiran a muchos jóvenes de circulación, pero otros tantos los evaden.

La salida es con decisiones y políticas serias -aclara- desde distintos gobiernos, unificar criterios, ideas y proyectos que ayuden a prevenir siniestros y contengan frente a un siniestro. La realidad la cuestiona: “Estamos cansados de que se inauguren oficinas, unidades, centros, agencias y al final no nos ayudan. No hay ideas ni proyectos que se presenten desde ningún lugar. ¿Qué pasa con nuestros concejales, diputados, senadores? Nunca debaten una sola idea referente a seguridad vial. Que nos llamen a trabajar juntos; como familiares podemos dar mucho, pero si no se toma en serio lo vial, es difícil.

“Se deben cambiar nuestras leyes. El que mata tras un volante no va preso, sino con una calificación o carátula que lo deja libre”, dice y él lo sabe bien: la persona que atropelló a Enzo está preso por robo, pero no por matar a su hijo.



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