Los vecinos y vecinas de la ciudad pueden comprobar que en los últimos años se han incrementado de manera notable las situaciones de conflicto relacionadas con la circulación de motociclistas en las veredas y también a alta velocidad en calles y avenidas, en diferentes horas de la siesta o por la noche. Por este motivo, es recomendable que las autoridades y la Policía acuerden medidas conjuntas para poner fin a esas malas prácticas, que multiplican las posibilidades de que sucedan toda clase de incidentes viales.
Desde hace tiempo, en nuestra provincia se incrementó la cantidad de motos, principalmente por tratarse de vehículos accesibles a los bolsillos de las mayorías. En paralelo, buena parte de sus conductores se ha ganado una mala fama: ser poco o nada respetuosos de las normas viales y cometer todo tipo de infracciones: circular a velocidades elevadas, manejar en estado de intoxicación, no llevar el casco, no respetar las señalizaciones, y usar las veredas como si fuesen calles, al igual que transportar dos o tres pasajeros en sus rodados.
Una de las consecuencias del incumplimiento de las normas viales son los accidentes. Por ello, en los últimos años los motociclistas engrosan el listado de los lesionados y muertos en todo el país. Casi la mitad de aquellos que se lastiman en accidentes viales circulan en moto: el 36,17% corresponde a conductores y el 9,10% son los ocupantes de motocicletas. Así lo indicó un estudio de CESVI Argentina, un reconocido centro de experimentación y seguridad vial que recoge información de compañías aseguradoras.
En un análisis de siniestralidad vial de los últimos diez años en Argentina, la estadística subraya la participación de las motos en las personas que resultan lastimadas en accidentes de tránsito: el 45% del total de los lesionados.
A su vez, en lo referente al tipo de lesiones, la mencionada entidad dividió el cuerpo humano para hallar un patrón en la participación de cada actor del tránsito. Según el estudio del Centro, quienes viajaban en motos dominaron todas las categorías de cabeza, extremidades superiores e inferiores, siendo superados por quienes conducían autos solo en el caso del tronco (columna vertebral, abdomen y cuello).
Por otra parte, los efectivos policiales y los municipios deben acordar metodologías de control para impedir que aquellos motociclistas que circulan con escape libre sigan con esa práctica perjudicial para el bienestar de los vecinos. En este sentido, se requiere un plan de operaciones para revertir una cultura que gana fuerza con el transcurso de los años, y ese esquema debería incluir el secuestro de vehículos y sanciones económicas más severas.
Asimismo, para algunos analistas, las constantes transgresiones de los conductores se deben al “analfabetismo vial”, a la falta de controles constantes y de sanciones rigurosas. Así, se vuelve indispensable avanzar en más y mejores campañas de educación vial, y analizar la posibilidad de incrementar el valor de las multas a aquellos motociclistas que cometan cualquiera de las tantas faltas mencionadas en esta columna. Si no se aplican políticas de fondo, las transgresiones no serán erradicadas y seguirán poniendo en riesgo la vida de las personas en diferentes momentos del día.