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Iglesia católica

Entregaron al obispo los documentos para la beatificación de monseñor Pacífico Scozzina

Luego de cuatro años de investigación y recolección de testimonios, se solicitó a monseñor Conejero iniciar el proceso que buscará elevar a los altares al primer obispo de Formosa



* Por Lisandro Argañaraz

El grupo de laicos presentó esta semana la solicitud y documentaciones al obispo diocesano, José Vicente Conejero, para iniciar la causa de beatificación de monseñor Raúl Marcelo “Pacífico” Scozzina.

Durante cuatro años, el grupo “Amigos de Monseñor Scozzina” realizó una profunda investigación y reunió testimonios de quienes lo conocieron, relatos plagados de virtudes del primer obispo de Formosa, para procurar su elevación a los altares. En todo el proceso -autorizado por el propio Conejero- estuvieron orientados por la asesora jurídica canonista Samanta Smith.

“Monseñor Pacífico Scozzina fue un hombre de Dios. Predicó con el ejemplo: extremadamente austero, vivió en la humildad, en la simpleza. Su compromiso con los pobres y la Santa Madre Iglesia fue total”, expresaron.

Destacaron, además, “su amor y veneración” por la Virgen del Carmen, que quedó como “un legado imborrable en el corazón de todos los formoseños”.

Este grupo de grupo de laicos, quienes habían trabajado junto a Scozzina en su tarea pastoral, comenzó en julio de 2015 esta búsqueda de testimonios para dar forma a la postulación para su beatificación. Finalmente, todo está en condiciones para ser enviado al Vaticano. La comunidad formoseña puede seguir contribuyendo a la causa con la oración: quienes están a cargo de la iniciativa piden rezar para que sea voluntad de Dios la consagración del querido franciscano.

El primer pastor de los formoseños

El franciscano Raúl Marcelo Pacífico Scozzina fue el primer obispo que tuvo Formosa y, pese a su fallecimiento el 11 de junio de 2011, el amor y el reconocimiento de la comunidad formoseña hacia su trabajo pastoral y social siguen presentes.

Fue hijo de campesinos, de humildes trabajadores de la tierra, descendientes de italianos, que lo vieron nacer un 14 de agosto de 1921 en San Martín Norte, Santa Fe.

Scozzina se inició en la Orden Franciscana de los Frailes Menores y fue ordenado sacerdote en Rosario, el 23 de diciembre de 1944 por monseñor Juan Pascual Chimento, arzobispo de La Plata.

Un 21 de julio de 1957, con 36 años, fue consagrado obispo de Formosa en tiempos del Papa Pío XII, en su momento, el más joven del mundo. En el momento de su ordenación se desempeñaba como cura párroco de la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Carmen de Formosa. Monseñor Scozzina fue quien tuvo en sus manos la auspiciosa tarea de estructurar y organizar la Diócesis de Formosa. Quienes lo llegaron a conocer saben que Raúl Marcelo Scozzina, el inolvidable paí Pacífico, jamás claudicó ante los poderosos. Su aparente apatía se quebraba con una sonrisa tierna ante la presencia de los humildes, de los niños, de los aborígenes, de los campesinos, de los enfermos, de los abuelos, de los pobres de solemnidad.

En 1966, por concesión de Pablo VI, llevó a efecto una de las dos ilusiones de su vida: coronar canónicamente a la Virgen del Carmen, celestial patrona de Formosa. La otra era la de erigir un Vía Crucis que recorriera la provincia. Una vez acabado, éste se convirtió en el más largo del mundo: entre la primera y la última de las catorce cruces monumentales de madera que marcan los hitos de la ruta nacional 81 a Salta median 502 kilómetros.

En diciembre de 1975, el entonces obispo de Formosa ordenó cerrar las iglesias de su diócesis en protesta por la detención de militantes sociales, mientras que en 1969 monseñor Scozzina envió a un grupo de sacerdotes a Ingeniero Juárez, Formosa, “a fin de llevar el mensaje de liberación traído por Cristo”.

Renunció a su sede por razones de salud el 31 de marzo de 1978, aunque se cree que su dimisión se debió a presiones de la dictadura militar por su defensa de los derechos humanos.

Falleció el 11 de junio de 2011. Sus restos fueron velados en la Catedral de Nuestra Señora del Carmen, en la que fue oficiada la misa exequial por el actual obispo de Formosa, monseñor Vicente Conejero. De acuerdo a su voluntad, sus restos fueron trasladados hasta el paraje Campo Alegre, en el centro-oeste provincial, a unos 30 kilómetros de Pozo del Tigre, en la capilla de la Virgen de los Pobres.

¿Qué es la beatificación?

La beatificación es la declaración oficial por parte del Papa de la ejemplaridad cristiana de la vida de una persona, con la que se autoriza su culto en la Iglesia católica en determinados actos o lugares.

El beato o la beata es una persona ya fallecida, cuyas virtudes han sido previamente certificadas por el Papa. El término beato significa literalmente feliz, o bienaventurado en sentido más amplio, aludiendo a la creencia de que esa persona está ya gozando del Paraíso.

En el proceso para que un cristiano llegue a ser beato o santo, el obispo diocesano y el postulador de la causa piden iniciar el proceso de canonización y presentan a la Santa Sede (en el Vaticano) un informe sobre la vida y las virtudes de la persona. En este caso, lo harán con monseñor Scozzina.

La Santa Sede, por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, examina el informe y dicta el Decreto diciendo que nada impide iniciar la Causa (Decreto “Nihil obstat”). Este Decreto es la respuesta oficial de la Santa Sede a las autoridades diocesanas que han pedido iniciar el proceso canónico.

Luego de un segundo paso para declararlo “Venerable”, llega la tarea de definir su beatificación. La primera etapa es mostrar a la persona postulada a la comunidad como modelo de vida e intercesor ante Dios.

Para que esto pueda ser, el Postulador de la Causa deber probar ante la Congregación para las Causas de los Santos la fama de santidad del Venerable. Para ello elabora una lista con las gracias y favores pedidos a Dios por los fieles por intermedio del Venerable.

Se requiere la realización de un milagro atribuido a la intercesión del Venerable. El proceso de examinar este presunto milagro se lleva a cabo en la Diócesis donde ha sucedido el hecho y donde viven los testigos.

La Congregación para las Causas de los Santos examina el milagro presentado con la intervención de médicos peritos y teólogos que estudian el nexo entre el hecho señalado por la Consulta médica y la intercesión atribuida al Siervo de Dios.

Luego, en Sesión solemne de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos se da su veredicto final sobre el “milagro”. Si el veredicto es positivo, el Prefecto de la Congregación ordena la confección del Decreto correspondiente para ser sometido a la aprobación del Santo Padre.

En la tercera etapa y con los antecedentes anteriores, el Papa aprueba el Decreto, establece la fecha para la celebración litúrgica y preside la ceremonia de Beatificación. Si al beato se le probara un segundo milagro, se lo declarará santo.



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