Desde hace meses, los indicadores económicos no paran de arrojar cifras alarmantes que son el correlato de los altos índices de inflación y la recesión económica que afecta al país. Formosa no escapa a esta realidad. El desplome en las ventas de los supermercados es el reflejo más claro. Las góndolas son invadidas por segundas y terceras marcas, mientras los precios parecen jugar una carrera sin final establecido. La disminución del IVA no se siente, las subas le ganaron una vez más la partida.
En este contexto, necesariamente el consumidor se ve obligado a amortiguar el impacto sobre el bolsillo buscando precios, comparando un súper con otro, eligiendo marcas propias de las grandes cadenas o bien sustituyendo un producto por otro.
En las últimas semanas, llegó a las góndolas un nuevo producto: las “bebidas lácteas” o “bebidas a base de leche”. Son presentados de forma casi idéntica al público. Los productos elaborados a base de leche cuestan un 50% menos y se muestran como un método de ahorro. Sin embargo, no son lo mismo que la leche. En una conocida cadena en el sector de leches larga vida, mientras un producto costaba 43 pesos, la alternativa se presentaba a sólo 20 pesos.
El precio llama la atención y deja para un segundo plano la especificación de los componentes y la necesaria aclaración del producto: no es leche sino bebida a base de leche. Cuando se debe priorizar el desayuno y la merienda de los más chicos del hogar, estos detalles pueden pasar peligrosamente inadvertidos.
Su ubicación en el sector de lácteos de alguna manera hace incurrir a los consumidores en errores o confusiones sobre las características del producto.
Esos productos no deberían ser exhibidos en las góndolas de la leche, ya que no cumplirían con las características propias de la leche. En el apuro de una compra o en la desesperación de buscar precios más bajos, la gente los puede comprar pensando que es leche.
Qué dice el Código Alimentario Argentino
El Código Alimentario Argentino establece los requisitos que deben cumplir los productos lácteos, definiendo cuándo un alimento puede llamarse leche: “(...) producto obtenido por el ordeñe total e ininterrumpido, en condiciones de higiene, de la vaca lechera en buen estado de salud y alimentación (...) y sin aditivos de ninguna especie”.
El Código no define “alimento a base de leche” ni “alimentos lácteos”. No obstante, sí incluye las bebidas lácteas: “productos lácteos elaborados a partir de la leche y/o leches reconstituidas y/o leches fermentadas y/u otros derivados de origen lácteo, con o sin el agregado de otras sustancias alimenticias y en los que el contenido de ingredientes de origen lácteo es como mínimo del 51% de la totalidad de los ingredientes del producto listo para consumo”.
Además, la normativa en vigencia establece que cuando dichos productos estén elaborados con al menos 51% de leche y/o leche reconstituida, sus denominaciones de venta pueden ser “bebida de leche” o “bebida a base de leche”. El envase de esas bebidas lácteas no debe contener imágenes o leyendas que sugieran que se trata de leche, y en la cara principal del rótulo se debe declarar la leyenda: “no es sustituto de la leche”.