En el país, y también la provincia, hay una realidad que no puede negarse ni ocultarse más: cientos de mujeres son violentadas física y psicológicamente todos los días.
En lo que va del año, en Argentina, hubo más de 130 femicidios. Uno cada 25 horas. En Formosa, siete en total, incluido el del pasado lunes en la exestación de servicio.
De las mujeres que viven situaciones de violencia de género no hay cifras oficiales, porque muchas tienen que ocultarlo o aún no pudieron hablar del tema.
De cualquier modo, el riesgo es evidente y no sólo con personas que conocemos o rodean nuestro entorno. También cuando las mujeres transitan por la vía pública, se exponen a situaciones de vulnerabilidad, donde el atacante cree -por un imaginario cultural mal construido- que es más simple atacarlas por el hecho de ser mujeres, ya sea para un robo o incluso acoso. El profesional lo plantea como un recurso a utilizar “en última instancia”. Antes, sugiere una serie de acciones ante una posible situación de peligro, por ejemplo, en vía pública.
“Cuestiones básicas como: si puedo correr, corro. Si veo una casa o un local abierto, me meto. Si veo una persona, le hablo como si fuera que la conozco de toda la vida y después le comento lo que pasa”, sostuvo Acosta y agregó que “hoy veo necesario que una mujer tenga algo relacionado con las artes marciales para defenderse de lo que pueda pasar”.
Talleres para mujeres
Grupos de mujeres se organizaron y solicitaron a Nicolás un curso para aprender estas técnicas de defensa. Acuerdan entre ellas día, hora y el instructor va a dar la clase.
“Les doy tres horas de defensa personal y jiu jitsu deportivo, pero que es muy eficaz a la hora de aplicarlo, sobre todo en situaciones muy pudorosas como podría ser una violación”, explicó y especificó que generalmente en esos casos “se te ponen encima o te bloquean el cuerpo, y en lo que es esta disciplina si lo llevás a la ventaja técnica o deportiva tienen un montón de herramientas para que en esa situación puedan controlar la posición del otro, la distancia, entre otras cosas”.
Además, como recurso pedagógico, les pide a las participantes que relaten escenas cotidianas o que consideren qué les puede pasar para trabajarlas de manera práctica durante el taller.
“Trabajo con chicas en talleres de chicas, porque no es lo mismo que yo me ponga encima de una chica a que lo hagan entre compañeras; entonces, esa situación que puede ser incómoda entrenando con hombres, haciéndolo entre ellas se dan cuenta que es una herramienta para salir, para inmovilizar o si llega a un extremo romper un brazo o desmayarlo”, argumentó el profesor.
En ese sentido, relató que muchas estudiantes fueron con el argumento de “que está jodida la calle” y después de dos o tres años le confesaron que en realidad sufrían violencia de género o acoso en la calle de parte de exparejas.
Por eso, Nicolás sostiene la idea de que es preferible tener las herramientas para defenderse y que nunca se necesite hacerlo a que pase o vuelva a pasar algo y no se pueda hacer nada.
Multiplicar es la tarea
Esta modalidad de capacitación se ha realizado en otros lugares del país.
Hace un año, en Capital Federal, más precisamente en un barrio porteño de Palermo se abrió la primera Academia de Defensa Personal para Mujeres.
Eran nueve mujeres que tenían el objetivo de formarse como instructoras para luego enseñar a otras congéneres.
En Villa María, Córdoba, también replicaron la idea: en junio de este año ofrecieron talleres gratuitos.
Fue destinado a mujeres mayores de dieciséis años en situación de riesgo y/o víctimas de violencia de género, pero pudo asistir cualquier persona interesada en adquirir las técnicas.
El jiu jitsu
Es un arte marcial japonés clásico que abarca una variedad amplia de sistemas de combate modernos basados en la defensa “sin armas” de uno o más agresores, tanto armados como desarmados.
Las técnicas básicas incluyen luxaciones articulares y otros golpes como patadas, rodillazos, esquivar, empujones, proyecciones, derribos y estrangulamientos.
“Lo que yo diferencio del jiu jitsu de otras artes marciales es que un golpe, el otro se puede bancar, porque dependerá de la fuerza con la que le peguen. En cambio, una luxación o una llave, no, porque son articulaciones, entonces teniendo la fuerza que tengas, si vos metes técnicamente una llave, no hay chance, se va sin el brazo el otro”, aseguró Acosta.
Otra cuestión a tener en cuenta, dijo el profesional, es la reacción de cada persona, porque “no es lo mismo alguien que entrena todos los días y saber recibir el golpe o una persona que lo hace de hobby o hizo un taller, en realidad nunca te golpearon y cuando recibís el golpe no reaccionás”.
La reacción es muy relativa, siempre depende de la persona. “Una mujer yendo siempre a clase, a talleres, a hacerlo como deporte, se entrena y se logra una reacción, pero no lo sacás en un fin de semana, porque en un fin de semana generalmente lo hacés con una amiga u otra persona que te ayuda, pero no te violenta a matarte para lograr esa reacción que necesitás en la calle”, argumentó.
Sacarse la vergüenza
Esa es la premisa de Nicolás para animar a las personas a entrenarse en esta disciplina. Insiste en que no hace falta hacer algún deporte, sólo llevar ropa cómoda y ganas de entrenar.
“En Formosa, el deporte es nuevo, amateur. Si aspirás a profesional, es distinto. Si querés hacerlo como actividad deportiva o física, recomiendo que vayas con cualquier profesor certificado”, expresó con seguridad.
Además, afirmó que es “un cable a tierra o una terapia” para días buenos o malos.