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Viables y confiables



Uno de los problemas más apremiantes para millones de argentinos en la situación económica actual es el acceso a los remedios básicos para atender sus dolencias. En este marco, y a través de La Mañana, la Federación Farmacéutica de Formosa pidió una vez más a los médicos locales que receten los distintos específicos por su denominación genérica y no por su nombre de fantasía.

La advertencia de la entidad viene a confirmar dos cosas. Por un lado, que muchos profesionales de la Medicina que trabajan en nuestra provincia siguen haciendo caso omiso de la Ley de Genéricos -aún vigente- sancionada hace 17 años; por otro, que los genéricos no solamente son más económicos que los productos pertenecientes a determinados laboratorios, sino que, además, “son viables y confiables”.

El área de la salud es una de las más comprometidas por el impacto que esta nueva crisis asesta al cuerpo social argentino. Es uno de los derechos básicos que consagra la Constitución y los tratados internacionales que se le incorporaron, como disponer de una alimentación adecuada, de seguridad personal y otros que, como el acceso a una vivienda digna, quedan condicionados por la magnitud de la inversión que se estima por grupo familiar.

Sin comida, sin atención sanitaria y sin seguridad en cuanto a la conservación de la vida o de los bienes de que se pudiera disponer, no existe forma de mantener la urdimbre que constituye el tejido social, ya que en la búsqueda de alternativas frente a carencias tan elementales se corre el riesgo de que la gente se disponga a hacer cualquier cosa.

Antes, quien no disponía de fondos como para adquirir los remedios que se les prescribían, los recibía en forma gratuita de los hospitales y otros centros de atención sanitaria públicos. Hoy, dejando de lado el caso de emergencias muy graves, en la mayoría de los casos se extiende una receta que la persona debe procurarse por sus propios medios. Encima, los medicamentos en el país nunca fueron baratos.

El paliativo que se encontró tras la explosión social de 2002 fue una racionalización para simplificar las cosas y, esencialmente, abaratar en lo posible los remedios que usualmente se prescriben para las dolencias más comunes: la prescripción de medicamentos genéricos, que se fabrican en laboratorios nacionales a más bajo costo.

En realidad, en los hospitales públicos se los venía utilizando con éxito desde mucho antes. Pero, al extenderse su uso a otro tipo de prescripciones surgieron lógicas resistencias, tanto por parte de los laboratorios que se sintieron perjudicados al permitirse que el paciente esté en condiciones de elegir la droga a precio más barato, como de profesionales que por algún motivo prefirieron seguir recetando como lo venían haciendo hasta entonces.

Con el tiempo, la polémica cedió y los genéricos quedaron firmes; sin embargo, ateniéndonos al pedido lanzado por la FFF, en Formosa sigue habiendo médicos remisos a obedecer la ley. Se trata de profesionales que, por algún interés, niegan a sus pacientes la posibilidad de acceder a remedios más baratos, aunque igualmente “viables y confiables”.



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