El aumento de la cantidad de personas que se encuentran por debajo de las líneas de pobreza e indigencia demuestra que aún no se ha avanzado lo suficiente para terminar con la Deuda Social que el Estado tiene para con las personas en “situación de riesgo”, quienes hoy sufren por el desinterés de aquellos funcionarios que a través de los años no han podido o no han querido aplicar estrategias acertadas para eliminar este flagelo.
De acuerdo a varios analistas, la gestión de Cambiemos llegó a las últimas elecciones Primarias con números “en rojo”, si se toma en cuenta la evolución de las principales variables económicas de los últimos cuatro años.
En lo referente al crecimiento económico, en 2015 el Producto Bruto Interno aumentó un 2,7%, mientras que en 2018 cayó un 2,5%. Para 2019 se espera una nueva baja del 1,3%, según el FMI.
Por otra parte, durante la campaña de 2015, Mauricio Macri había dicho que una de sus principales objetivos iba a ser alcanzar la “pobreza cero”. Según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), en 2015 el 29,2% de los argentinos eran pobres; y se espera que esa cifra alcance este año el 37%, o que incluso supere ese número, si no se logra cierta estabilidad cambiaria.
Asimismo, la inflación pasó de 26,9% interanual, en diciembre de 2015, al 54,4% en julio de este año con respecto a igual mes de 2018, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Por lo expuesto, se requieren reales aperturas al diálogo por parte de las autoridades, que no queden sólo en meras expresiones de deseos, y que no se traduzcan en anuncios de medidas que no fueron estudiadas en profundidad y que no resuelven los problemas de fondo.
De acuerdo a diversos analistas, lo que más perjudica a la Argentina es la falta de actividad en la economía interna, que deriva en recesión, desempleo y pobreza, en combinación con una inflación impulsada principalmente por la falta de controles sobre el valor del dólar.
Este contexto se agravó con la devaluación de la semana pasada, y puede empeorar en los próximos días si no se toman las previsiones necesarias para evitar nuevas alteraciones en el tipo de cambio y en el costo de los bienes y servicios que resultan indispensables para la mayoría de las personas.
En síntesis, la deuda social, si bien no comenzó en diciembre de 2015, debe empezar a ser saldada con responsabilidad y certeza, porque resulta indignante que en un país tan rico como la Argentina haya familias que no acceden a los aspectos esenciales para el desarrollo físico e intelectual, y que, a su vez, en algunas personas predomine una sensación de acostumbramiento a que la situación es así y no va a cambiar. Como sociedad, debemos impedir la aceptación de lo inaceptable y colaborar para revertir esta difícil realidad, antes de que las consecuencias sean mayores a las que podemos estimar en estos momentos.