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Potencial PyME



En una de las pocas cosas que coinciden el oficialismo y la oposición a nivel nacional es en la necesidad de asistir con urgencia a las pequeñas y medianas empresas, víctimas centrales de la política económica de los últimos años. Lo ha dicho la propia Elisa Carrió, socia de Juntos por el Cambio, en un tuit a las pocas horas de quedar confirmada la derrota estrepitosa del macrismo en las PASO.

Si bien es cierto que miles de PyMEs se han visto obligadas a bajar sus persianas en los últimos cuatro años, la crisis del sector no empezó en diciembre de 2015. Se agravó a partir de entonces, sí, pero el problema lleva décadas.

A pesar de ello, las PyMEs -entre emprendimientos individuales, incluido el cuentapropismo, y firmas pequeñas y medianas- representan todavía más del 90 por ciento de todas las empresas de la Argentina. En otras palabras, las grandes compañías sólo equivalen a una mínima parte.

Pero hay algo más importante aún: la participación significativa en materia de mano de obra. Alrededor del 70 por ciento del empleo privado formal corresponde a las PyMEs. Mientras que otros indicadores sostienen que, dentro del sector informal, las PyMEs ocupan al 80 por ciento de los trabajadores. También merece ser destacada la contribución del sector a la economía del país. Su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) supera el 40 por ciento.

Ahora, si bien las PyMEs son claves en el entramado de crecimiento nacional, no puede soslayarse que arrastran problemas estructurales de larga data. Según el Observatorio PyME, hace por lo menos diez años que estas empresas tienen un desempeño relativo peor que el de las grandes.

El poco acceso al financiamiento y la alta presión tributaria son críticos para todas las compañías, pero para las PyMEs son asfixiantes. El escaso desarrollo del sistema financiero afecta a la economía en su conjunto, pero mucho más a las pequeñas y medianas empresas. En lo que hace a la presión tributaria, una estructura impositiva basada en impuestos distorsivos es agobiante.

Esos son los principales factores externos que impactan en forma directa en el potencial PyME. Sin embargo, estas empresas deben reconocer que tienen su talón de Aquiles y auscultar sus dificultades para encontrar una solución a viejos problemas estructurales.

Entre los más conocidos, la debilidad de los vínculos en la cadena de valor, la existencia de relaciones comerciales sin una estrategia previa e integral de expansión y la necesidad de mejorar su productividad, potenciar la escala y lograr estándares de calidad que permitan acceder a nuevos mercados, entre otras asignaturas pendientes.

Con todo, resulta imperioso que el Estado abra un nuevo horizonte, más claro y previsible, para el desarrollo del potencial PyME. Si bien se están por cumplir tres años de la reglamentación de la ley para el sector, los beneficios aún no aparecen, y esta nueva crisis lo único que hace es dilatar más la espera.

Hoy la Argentina debe definir una política estructural que establezca de una vez y para siempre las bases del crecimiento productivo. Y las PyMEs, aun con sus falencias, tienen un rol clave.



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